Esta vez el amor al arte nos lleva al barroco.
Ocupa el siglo XVII y principios del siglo XVIII. Su
difusión abarca casi toda Europa y América Latina. Se suele situar entre el
Manierismo y el Rococó. Nació y se desarrolló en la Roma de los papas.
Fue movimiento, ansia de
novedad, amor por lo infinito y lo no finito, por los contrastes y por la
mezcla audaz de todas las artes. Una tendencia al exceso y al movimiento. Un
lenguaje dramático. No hay cabida para la sobriedad. Las figuras y las escenas
parecen extraídas de un escenario, de ahí su teatralidad.
Los binomios, las dicotomías,
aparentemente irreconciliables siempre encuentran en el arte barroco un punto
de unión: luz-sombra, misticismo-sensualidad, dolor-placer…
En arquitectura las columnas
nunca serán rectas, tomarán las formas de una espiral. Es típica del Barroco la
planta elíptica, la oval e incluso esquemas muchos más complejos, lo que lleva
al abandono de las líneas rectas y de las superficies planas. Al ser una
arquitectura de entrantes y salientes adquiere gran importancia la luz.
En pintura el exceso se
mostrará en el horror vacui, en no dejar ni un solo centímetro sin una
pincelada. Los temas principales son los religiosos, también los mitológicos,
el retrato, el bodegón. El juego de luces y sombras da lugar al claroscuro, al
tenebrismo. Un potente haz de luz provoca que muchos de los personajes de un
cuadro queden casi a oscuras, solo se resalta al personaje principal. A este
arte lo llevaron a su mayor expresión artistas plásticos, arquitectos como:
Caravaggio, Carracci, Bernini, Zurbarán, Velázquez, Murillo, Rubens…
La escultura se vuelve urbana.
Proliferan en calles, plazas, fuentes. Adquiere gran importancia el desnudo, la
línea curva, el dorado, el brillo… Utilizan materiales como la piedra, el
bronce, la madera policromada.
En música se caracterizó por
el desarrollo de la armonía tonal y el contrapunto. Se inventó la orquesta. Se
creó la ópera, el oratorio, la cantata, la sonata, la suite… Grandes músicos y
compositores como: Vivaldi, Bach, Händel…
En literatura se llevará la
frase a la torsión más absoluta. Se abusa de las figuras literarias como tropos,
metáforas, adjetivación, elipsis, hipérbaton, antítesis, perífrasis. Un lenguaje
recargado. Fueron barrocos: Luis de Góngora, Lope de Vega, Francisco de
Quevedo, Tirso de Molina, Pedro Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la
Cruz…
Todo tiene su auge y su
declive. Durante los siglos XVIII y XIX el término barroco tuvo un sentido
peyorativo, como grandilocuente, recargado, engañoso, caprichoso, absurdo,
grotesco. Ya a finales del XIX y XX se fue revalorizando gracias a sus
cualidades intrínsecas.
¿Te
gusta el barroco?
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