Ciudad del Vaticano
El pasado martes, veinticuatro de diciembre de dos mil veinticuatro, día de Nochebuena, a pesar del frío que hacía en Roma, en el Vaticano se congregaban miles de personas.
El papa
Francisco, a las siete de la tarde, como marca la tradición, tocaba en el
gigantesco portón de la entrada principal, la Puerta Santa de la Basílica de
San Pedro y cuando se abrió quedó inaugurado el 28º Jubileo Ordinario.
El primer
Año Jubilar de la Iglesia Católica fue instituido en 1300 por el Papa
Bonifacio VIII. Su intención era crear un período especial durante el cual los
peregrinos que visitaran Roma y cumplieran ciertos requisitos pudieran recibir
indulgencias y profundizar en su relación con Dios.
El último Jubileo regular fue
en 2000, cuando San Juan Pablo II inauguró el tercer milenio de la iglesia. En circunstancias especiales, también se pueden proclamar
Años Jubilares extraordinarios que son convocados por el Papa. El último Año
Jubilar extraordinario tuvo lugar en 2015. Fue el Año de la Misericordia y tuvo
como objetivo destacar la importancia del perdón y la reconciliación en la vida
cristiana. El próximo será en 2033, para conmemorar el aniversario de
la crucifixión de Cristo.
En Roma este año tendrá cinco
Puertas Santas: Basílica de San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la
Mayor, San Pablo Extramuros, la cárcel de Rebibbia.
Ya no
es un requisito imprescindible peregrinar a Roma para obtener el perdón de los
pecados. Pero si se animan a ir, la puerta de la
Basílica de San Pedro permanecerá abierta hasta el 6 de enero de 2026, marcando
el cierre del Año Jubilar.
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