martes, 19 de diciembre de 2017

Luis Miguel García de Mora (Lumigarmo): Crónicas de mi padre VI

Laguna del Rey





Ruidera, un delicioso
marecito en tierra muy adentro…






A pesar de tales que otros problemas ambientales, de la frecuente sequía o de todo lo contrario…, que como sucede en todas partes también llega a estas comarcas tan de tierra adentro, el sistema de las Lagunas de Ruidera, encrestado en el manchego Campo de Montiel y compartido por las provincias de Albacete y Ciudad Real, constituye una de las principales zonas húmedas de España confirmada internacionalmente. Y de soberana belleza, quizá la más bella de todas.

En el Alto Guadiana y formado por un rosario de hoyas de alimentación cársica, el sistema ha debido ser siempre uno de los parajes más insólitos y hermosos de la Península Ibérica, aunque no cobró fama hasta los comienzos del XX (dicen que uno de los primeros automóviles que por él circularon fue el de don Antonio Maura), al comedio del cual su nombradía se incrementó con buena parte a favor de Víctor de la Serna por sus crónicas viajeras para el diario ABC. Después, afluencias máximas.

Acantilados en los bordes de la Laguna Lengua

Ruidera recibe todo el año visitantes nacionales y extranjeros, aunque la mayor presencia se registra en los meses cálidos, desde abril a octubre. La pesca es un gran atractivo: blac-bass, lucio, carpa, barbo, comiza, como la caza en los cotos próximos, en lo que tanto prolifera la perdiz roja. Cientos de miles de personas llegan al año, unas por días sueltos, otras por fines de semana, otras por temporada, amén de las que tienen en propiedad apartamentos o chalecitos y allí que van en cualquier tiempo y por indeterminados períodos.

Son quince las cervantinas lagunas, que asimismo conocieron Don Quijote y Sancho, a los que un joven recitó una seguidilla, aparte de dos o tres charcas de mucha menor entidad. Tomadas de sur a noroeste, éstos son sus nombres que más parecen apodos, con su extensión en hectáreas.

Blanca, 17 hectáreas; Conceja, 32; Tomilla, 11; Tinaja, 12,2; San Pedro, 31,7; Redondilla, 2 (cuando llueve poco, se seca); Lengua, 18,8; Salvadora, 8,6; Santo Amorcillo, 11,8; Batana, 6,7; Colgada, 84; del Rey, 31; Cueva Morenilla, 8,2; Coladilla, 8 y Cenagosa, 11,8… Motes y topónimos, tanto da; todos, absolutamente populares y lógicos.
Salto en cascada desde la laguna Santo Amorcillo a la Batana

En total, la superficie de las tornasoladas y dulces aguas de estas deslumbrantes Lagunas de Ruidera ronda las trescientas hectáreas. La llamada Blanca se encuentra en la provincia de Ciudad Real e inicia la serie, y las siguientes, hasta la denominada Colgada partida por gala en dos por ambas provincias, en la de Albacete, siendo las restantes de la jurisdicción de Ciudad Real, a la que corresponde el Ayuntamiento de Ruidera, que hasta hace poco dependía de Argamasilla de Alba y es ya Municipio independiente, convertido en los largos estíos en una diminuta pero auténtica estación turística veraniega, colmadamente frecuentada.

Con la laguna Cenagosa o Cenegal acaban las linfas del sistema, que son como una marecito en tierra tan adentro, y se formaliza el curso del misterioso Guadiana, el río de nombre romano que ya sin otros contratiempos emprende su camino de seiscientos cuarenta kilómetros hasta dar en morir en el Atlántico por Ayamonte. La mar océano lo recibe sin excesivos alardes, tan suavemente como, por Sanlúcar de Barrameda, recibe al Guadalquivir. Son muertes que apenas se notan… Aunque alguien nos diga: ¡Mira, ahí se unen y ahí se separan estos ríos del océano!, nos cuesta trabajo descubrir el punto exacto. Algún rizo de algunas casi imperceptibles olas, y nada más.


El Atlántico se lleva los secretos de estos ríos que le han ofrendado su vida con su historia y su generosidad… Y el encanto de Ruidera, entre tantos otros. Un enamorado de las lagunas, el pintor Antonio Iniesta, las captó dos o tres mil veces, o más aún. Locura. 



© Miguel García de Mora. Escritor
Lunes, 27 de agosto de 2001
ABC 






Miguel García de Mora Gallego, «El narrador de La Mancha» nació en Manzanares en 1916 y murió en La Solana en 2013. Llega a este Blog de la mano de su hijo Luis Miguel que lo define como un hombre sencillo y un periodista incansable. Para su hija Gloria, su padre, fue un manchego de pro, de franqueza campechana y corazón abierto, que se sintió Quijote y Sancho en extraña confusión. 

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