jueves, 17 de octubre de 2024

Origen de los apellidos

 



Allá por 1505, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros inició en España el sistema de fijar apellidos. Este sistema continúa hasta hoy con algunos cambios. Era necesario, ya que antiguamente, hermanos nacidos del mismo padre y de la misma madre podrían tener apellidos diferentes.

A partir del siglo XIX tanto en España como en la América de habla hispana se fue imponiendo esta regla, primero como uso y luego como norma a nivel administrativo, legal…, llegando al sistema de doble apellido, primero el del padre y luego el de la madre.

Los apellidos patronímicos se originaron a través del nombre de pila del padre, añadiéndoles los sufijos «ez», «oz», «iz» y hasta «az» que significan «hijo de».

Hay otras teorías: según la Gramática de Larramendi, el término tendría su origen en el euskera. Otros expertos lo atribuyen a los nombres visigodos. A saber.

En cambio, los apellidos toponímicos se originaron a través del nombre de un lugar. Primero fueron como nombres personales no hereditarios, hasta que posteriormente se convirtieron en apellidos.

Hay muchas más categorías. Veamos algunos ejemplos:

Nombres patronímicos. De Garcés, Garcia; de Gonzalo, González; de Rodrigo, Rodríguez…

Nombres toponímicos: Ávila, Tudela, Segovia…

Nombres de oficios: Herrero, Zapatero, Pastor… En la Edad Media en gran parte de Europa los oficios eran hereditarios, eso facilitó la identificación de una determinada familia.

Nombres de características físicas: Moreno, Rubio, Calvo…

Hoy, la identificación formal de una persona está formada por el nombre, pudiendo ser más de uno, el apellido paterno y el materno, por este orden. Hay también excepciones, ya que desde 1999, la legislación española permite cambiar el orden de los apellidos.   

​Por supuesto que lo escrito aquí no agota todas las posibilidades.  

Y…

 ¿Cuál es su apellido?

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