domingo, 13 de octubre de 2013

El reino de la sal. 7000 años de historia de Hallstatt

MARQ

Es una exposición que pudimos disfrutar en el MARQ, Museo Arqueológico Provincial de Alicante, gracias al esfuerzo y a las relaciones con el Museo de Historia Natural de Viena.

Es la primera vez en España que nos acercamos a la vida de una civilización que floreció en torno al lago Hallstätter .

El Museo de Historia Natural de Viena fue creado en 1889 por el emperador Francisco José I de Austria, al mismo tiempo que su gemelo el Museo de Historia del Arte,  ambos están frente por frente en la Plaza de María Teresa, en Viena. El Departamento de Prehistoria del museo de Historia Natural es muy importante a nivel internacional. Entre sus tesoros se encuentra la escultura paleolítica llamada la Venus de Willendorf, un esqueleto de Diplodocus, un topacio gigante de 117 kilogramos y la colección de joyas que María Teresa I de Austria regaló a su marido.

El Museo Arqueológico Provincial de Alicante se inauguró en el año 2000 ocupando el edificio que fuera el antiguo Hospital de San Juan de Dios, construido por Juan Vidal Ramos entre 1926-1929, en la Plaza del Doctor Gómez Ulla, nº 3 en Alicante. Junto con el museo Guggenheim de Bilbao y el CosmoCaixa de Barcelona, son los únicos tres museos de España que han recibido el premio Museo Europeo del Año, galardón que recibió durante el año 2004.

Hallstatt
Hallstatt

Está situada a orillas del lago del mismo nombre, cerca de Salzburgo, en Austria. Su nombre significa “Lugar de la sal”.

Sabemos que la sal forma parte del origen de la tierra, que en los océanos es abundante, que es muy necesaria para el hombre ya que necesitamos tres gramos de sal al día para poder vivir y para la conservación de alimentos. Por lo tanto hubo un tiempo en que era oro blanco, teniendo en cuenta que se puede renunciar al oro pero no a la sal.

Este reino de la sal se encuentra a 400 metros de altitud sobre el lago. ¿Cómo llegó la sal a la montaña? Hace 225 millones de años la sal de Hallstatt se sedimentó en un mar poco profundo. Durante la formación de los Alpes los sedimentos fueron empujados hacia arriba, se plegaron y en algunas zonas se rompieron.

Al conjunto de las minas de la Edad del Bronce, las minas de la Edad del Hierro y a la Necrópolis, se le llama Cultura de Hallstatt.

Las minas de Hallstatt constituyen uno de los enclaves arqueológicos más importantes de Europa, que aún sigue deparando sorpresas. En la prehistoria europea hubo una fuerte demanda de sal por eso desde hace unos 7000 años los hombres cavaron las entrañas de la tierra. Ya en el siglo XV a.C. funcionaba en Hallstatt una mina que alcanzaban los cien metros de extensión vertical. En el siglo X a.C. uno de los pozos alcanzó los doscientos metros de recorrido siguiendo un trazado horizontal para aprovechar mejor las vetas de sal. En la Primera Edad del Hierro, entre los siglos VIII-VI a.C., ya no es un pozo único porque en esta época se encuentran hasta tres galerías.

El poder de conservación de la sal ha permitido encontrar restos arqueológicos de 3350 años de antigüedad. La exposición reúne 250 piezas, incluyendo entre otras muchas, un pico de asta de ciervo que es lo más antiguo de todo lo visto, zapatos, gorros, sacos de piel de vaca, un vaso ceremonial. Vemos las  amonitas, familiar lejano de la sepia, del calamar, que se extinguieron a la vez que los dinosaurios, hace 65 millones de años.

De la Edad del Bronce se han encontrado cinco sacos de carga. Llenos llegaban a tener un peso entre veinticinco y treinta kilogramos. Tenían cuerdas y protectores de cuero. Las cuerdas eran de fibra vegetal de tilo. Se nota el gusto por la ornamentación de esos sacos y llevan un refuerzo en los laterales. El transporte de la sal en sacos era trabajo de la mujer.

También se ha conservado un gorro de piel sin curtir con un diámetro de cincuenta y tres centímetros para adolescentes entre once y trece años, del siglo XIII a.C.

Los niños eran los encargados de la iluminación. Utilizaban teas de madera de abeto sin resina, para que no dieran humo. 

Se muestra una maqueta de la escalera más antigua de Europa, de la Edad del Bronce. Es una escalera dinámica, sin clavos, ensambladas. Pertenecía a un pozo único, vertical, donde se trabajaba de forma organizada para extraer la sal.

Hacia mediados del siglo IV a.C. se produjo un gran derrumbamiento y los corrimientos de tierra convertidos en lodo sirvieron de cerramiento de las minas.

En la necrópolis protohistórica descubierta y excavada por Johann Georg Ramsauer, entre los años 1846 y 1863, se han hallado unas 1500 tumbas, con sus ajuares,  pero se cree que haya unas 6000 tumbas por descubrir.

Vemos un cráneo pintado. Se pintan cráneos desde el siglo XVII. El terreno es tan escaso que a los diez años se exhumaban los cuerpos del cementerio para dejar terreno libre para nuevos enterramiento siendo trasladados a un osario. Una colección de cráneos adornados con los nombres de sus dueños, profesiones y fechas de la defunción inscritas en ellos se encuentran en exhibición en la capilla local. 

También se encontró un ajuar con cerámicas de la tumba de un artesano.  Ritschert es un estofado al estilo del antiguo Hallstatt. Se puede ver una tenia gracias a su conservación por la sal. Usaban las hojas Petasita, grandes y redondeadas, como papel higiénico. Hay un recipiente de barro con cuello cónico que se utilizaba para cocinar con una capacidad para cincuenta litros de comida en el siglo VIII a III a.C. También nos enseñan cajas de madera redondas con residuos de queso.

Gracias a los huesos encontrados, podemos conocer a lo que se dedicaban hombres, mujeres y niños. En los hombres el desgaste es en la muñeca, codos y clavícula, esfuerzo continuado de picos y otras herramientas. En las mujeres el desgaste se encuentra en la columna vertebral, a consecuencia de llevar los sacos en los que transportaban la sal, en los niños el desgaste se ve en la vértebra cervical. Nos podemos hacer una idea de la vida de aquellos hombres gracias a la gran riqueza de ofrendas funerarias.

El comercio internacional de la sal con el norte de Italia, Eslovenia, Hungría, Transilvania, África y Asia trajo a Hallstatt exóticas y extrañas ofrendas.  El ámbar era muy apreciado. Los textiles son de gran colorido. Usaban la camomila para el color amarillo, isatis para el azul, cochinilla para el rojo. El verde es la unión del isatis y la camomila.

La sal de las antiguas minas de Hallstatt, fueron en la Prehistoria europea, lo que hoy es el petróleo de Oriente Medio para el mundo. Fue un pequeño pueblo que hizo corazones de sal que se convirtieron en su marca comercial.

Una arqueología viva y continuada. En 1997, el paisaje cultural de Hallstatt-Dachstein fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.


Ha merecido la pena una visita a la exposición y luego habrá que ir al lugar de origen. ¿No les parece?

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