domingo, 20 de octubre de 2013

Ramón L. Fernández y Suárez: Noche Estrellada




NOCHE ESTRELLADA




Habíamos andado más de cinco horas. Como el calor ya no era demasiado intenso, mediaba septiembre por aquel entonces, pudimos hacer más kilómetros que durante la jornada anterior. Un rodal de eucaliptos nos cerraba el paso y nos exigía dar un gran rodeo. La tarde suavizaba el aire. Nos sentíamos cansados. Decidimos acampar. Dejamos sobre el suelo las mochilas y nos descalzamos. Apetecía una cabezada y creo que bajo la rumorosa sombra de los árboles pasamos, inmóviles, más de media hora. Alguien provocó un ruido involuntario y nos despertamos todos.

Tonificados por el breve descanso, decidimos montar las tiendas y arreglar un pequeño fuego entre unas piedras reunidas al efecto con el fin de iluminarnos y a su llamas asar unos chorizos. En estas tareas la noche se nos vino encima. Hubo canciones que aparecieron, al parecer, estimuladas por abundantes sorbos de tintorro. Al cabo de algún tiempo las brasas parecían disolverse en la penumbra. 
Gradualmente se fueron apagando los chistes y canciones, y así nos encontramos cara al cielo donde brillaban, silenciosas, las constelaciones.

-Sabes, Luis, nunca pensé verme inmerso en estos berenjenales, y ahora que lo estoy, no lo lamento.

-No sé a qué te refieres.

-Digo, a este viaje con vosotros.

-Ya, mucha gente no lo aprecia hasta que no lo experimenta. Pienso que, al igual que en un viaje por mar, la mitad del placer está en la travesía.

Mientras, tumbados sobre sendas mantas, así hablaban Carlos y Luis, sus otros compañeros roncaban en sus tiendas. De vez en cuando algún ave nocturna dejaba oír sus sonidos. Todo era quietud, y quizás por la breve siesta previa a la acampada este par de amigos no sentían necesidad de retirarse.

-Cuando lleguemos a Santiago será mejor buscar albergue.

-Sí, allí la humedad no es buena compañera.

-Santiago de Compostela. Campus stellae… Viva la imaginación.

-¿Por qué lo dices?

-Por toda ese bonito alarde de imaginación que ha dado origen a tantos siglos de fecunda peregrinación.

-Es cierto que el Camino de Santiago que ahora hacemos contribuyó durante muchos siglos a la vertebración de Europa y su cultura.

-Siempre han existido ideas cuyo resultado imprevisible suele hacerlas imperecederas.

-Macho, si no concretas tu discurso con ejemplos, temo que me costará seguirte.

Tras unos instantes de silencio, se oyó decir a Carlos:

-Seguramente recuerdas muchos pasajes de la Biblia.

-Sí, durante algún tiempo intenté estudiarla; bueno, quizás más bien leerla, y algunas cosas si recuerdo, pero no soy nada experto en exégesis ni en  interpretaciones.

-¿Recuerdas lo referido al pueblo judío y a su cautiverio?

-¿A cuál de ellos te refieres?, pues si no recuerdo mal, fueron sometidos varias veces, según cuenta el Antiguo Testamento.

-Me estoy refiriendo al tiempo que estuvieron en Egipto y a la figura de Moisés.

-Ya lo creo, tuvimos un gran profesor de Historia Antigua en primer curso de la facultad.

-En realidad, el pueblo de Israel no entró cautivo al floreciente imperio que se extendía a orillas del Nilo. 

Allí fueron en busca de una vida mejor cuando su territorio original entró en uno de sus muchos períodos de extrema pobreza debida a guerras y sequías. Con el paso de los siglos, su situación de inferioridad social y económica determinó su esclavitud, como ocurría en casos similares con otros pueblos minoritarios que por medio de la fuerza o tácitamente eran sometidos  por las leyes y la burocracia faraónica a la condición más infamante.

Pero mientras todo esto ocurría, tuvo lugar en el imperio un gran cambio institucional e ideológico que fugazmente sacudió a los reinos del Alto y del Bajo Egipto. Hubo un faraón iluminado (y creo que nunca mejor usado el adjetivo) que con visión genial y posiblemente interesada, decidió romper los esquemas religiosos sobre los que se sustentaba el poder establecido, rector de ambas regiones desde la noche de los tiempos.

-Supongo que te estás refiriendo a Akhenatón.

-Efectivamente, el coronado como Amenophis IV. Este, en un intento por reorganizar las estructuras del poder que le obligaban a compartir su omnipotencia con la casta sacerdotal del dios Osiris, introdujo el culto a un nuevo y todopoderoso ser supremo de orden trascendente y material: el dios Atón. Representación de la fuente suprema y original de la energía universal. El sería el dios único porque de él todo dependía (y aún depende) en el orden físico sobre la tierra. Akhen·Atón sería, pues, como su personificación vicaria en el mundo por entonces conocido; y su poder, indiscutido, eliminaría la relevancia de la hasta entonces todopoderosa casta sacerdotal.

-Creo que eso ya lo conocía. Pero, ¿Qué importancia han podido tener aquellos acontecimientos que tras su muerte fueron borrados con inusual denuedo por aquellos mismos sacerdotes?

-Ocurre que durante todo aquel período, que apenas llegó a un par de décadas, los judíos ya vivían sus peores días junto al Nilo. Ellos estaban allí cuando se definió lo que constituye la primera manifestación de un monoteísmo. Llamémosle protomonoteísmo, si nos apetece. Ellos mismos, y así lo atestiguan los primeros profetas, prestaban adoración a múltiples dioses; esto es, estaban penetrados por las creencias religiosas de los muchos pueblos con quienes compartían guerras e historia.

Cuando Moisés saca de Egipto al pueblo de Israel tenía ya una nueva visión que coaligaría a las doce tribus y definiría a su gente frente a  los múltiples peligros que le amenazaban.

El sol (Atón) es fuente de energía, luz, calor e inspiración. Cuando Moisés en el Sinaí se declara receptor del mensaje divino, describe a su Interlocutor como una zarza ardiente, inagotable mientras se revela. Energía, luz, calor e inspiración que toma cuerpo en las Tablas de la Ley.

-Y, al hablar de Compostela, ¿qué te ha sugerido esta meditación?

-La batalla de Clavijo, Santiago y el caballo blanco son ideas que, desde otra dimensión, han generado todo un ordenamiento que, discutible o no, han marcado el devenir de este país y, en parte, el de su entorno. Por eso, su aceptación o desconocimiento como realidades no pueden impedir sus resultados. En ello reside, según creo, su importancia.

-Visto de esta forma, nuestra ideología religiosa es el resultado de una evolución. ¿No es eso?

-Creo que ahora lo estás viendo como lo imagino; pero ello no conlleva la aceptación de su mensaje. Eso es un tema de fe que, como sabes, no es igual a religión.

-Sí, creo que te entiendo, pero mañana la jornada es larga y aún hay que atravesar todo el norte de Castilla.

-Y de León. Hasta mañana.

                                


© Ramón L. Fernández y Suárez

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