Alfabeto Fenicio |
Tenebrosidad.
Aullidos. Gritos…
Bestias
merodeando, acechando.
Bestias el mundo
subyugando.
Truenos, gruñidos
y gritos aunados
en desalmados
seres humanos.
Remotos y aciagos
tiempos
donde la bestia al
corazón
dominaba y en el
inframundo
de la sinrazón, al
alma humana
cruelmente
sepultaba.
Amanecer. Sonidos.
Fue…
¿un azul rayo
divino?
¿la casualidad
humana?
¿una certera
equivocación?
¿un rudimentario
invento empírico?
¿un puntual
relámpago neuronal?
¿o fue el Destino
quien los alaridos
y aullidos
cuasi-humanos civilizaba?
Liberada de su
infernal prisión,
el alma humana,
se desvestía de
bestia
y de civilización
se vestía.
Hablando, la
Humanidad,
su corazón sanaba.
Hablando, su
espíritu se nutría.
El verbo, a la
fiera interna
aplacaba, a la
Humanidad civilizaba,
y las ideas, en la
mente humana se expandían.
Mas, el verbo, sin
figura ni sombra,
sin perfil ni
cuerpo ni cara,
entre los
recuerdos efímeros del viento,
etéreamente
desaparecía.
Luminosidad. Luz
en el lienzo. Pincelados caracteres…
…como concretos
suspiros y deseos,
mágicamente surgen.
Incipientes signos
ideográficos.
Primarios
jeroglíficos bellos
que a la idea
pintan de coloridos,
ricos y variados
perfiles.
Hermosos
jeroglíficos
que como roja lava
indolora,
hacia la noble y
pulcra letra progresaban.
Color púrpura,
amanece en púrpura
en las exóticas tierras
del pueblo púrpura,
en los confines
del azur nuestro.
¡Oh! inteligente
pueblo púrpura.
¡Oh! pueblo
comerciante y marino,
que en hilera
ordenada,
el azulado mar de
letras
en bello alfabeto
resumiste,
entre ocres y
añiles,
entre olivos,
cedros y vides.
El abecedario
púrpura,
que a la luz de la
luna,
del sol y de las
estrellas,
deja que las
preciosas letras
libremente se enamoren,
para que se nutra
la mente,
para que el
corazón se exprese,
para que el alma
humana,
sueñe y vuele.
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