sábado, 21 de enero de 2017

María del Carmen Aranda: Anoche tuve un sueño

Mujer durmiendo de Gustave Courbet






Anoche tuve un sueño. Mis mejores amigos eran unos seres especiales. Nunca lo hubiese imaginado. 






Un niño pequeño, pálido, con una apariencia débil y mirada triste, unos pequeños y juguetones animales, un viejo coqueto paraguas y tres ancianos.

¿Cómo podría divertirme con ellos? No, los ancianos ya no son ágiles, se cansarían si quisiéramos dar largos paseos. ¿Y con el niño? ¿Qué me podría enseñar?

Quizás... al principio sería divertido, pero… ¿de qué hablaríamos? ¿Y los animales? ¿Me entenderían? ¿Entenderían mis necesidades? ¿Mis angustias? ¿Contestarían a mis tantas y absurdas dudas mundanas? No. Hubiese pensado que me estaba volviendo loco si hubiese elegido como amigos a esa pandilla tan disparatada.

Anoche soñé, y de ese sueño aprendí algo muy valioso, que las cosas y las personas no son lo que aparentan ser, ellas son tan sólo una proyección de lo que nuestros ojos quieren ver, de lo que nosotros queremos que sean.

Que la amistad no es impuesta y los amigos te vienen y se quedan contigo si sabes cuidarlos y los quieres de verdad, no importando de qué parte del mundo han llegado; simplemente están aquí, a tu lado.

Que los valores que tenemos como seres humanos es lo único que no nos pueden arrebatar, porque están en nuestras entrañas, con ellos creces y te fortaleces.

Que una mirada limpia barre los caminos y hace el viaje de tu vida más ligero y divertido.

Que la belleza y la fuerza no están vinculadas con el envoltorio de un cuerpo, sino que es la esencia del alma lo que realmente importa.

Aprendí que la dignidad y la honestidad te hacen más feliz y tu sueño es más placentero y que no sólo lloramos cuando hay dolor en nuestro corazón, porque la felicidad también nos trae lágrimas.

Aprendí que mis amigos, aparentemente débiles y minúsculos, poseían la fortaleza de las grandes montañas, la energía de las aguas de los mares, la agilidad de los vientos y la sabiduría de la naturaleza.

Aquella noche… «mi sueño» me enseñó a vivir.



© María del Carmen Aranda 





María del Carmen Aranda
Escritora
Embajadora Universal de la Paz en España del Círculo de Embajadores con sede en Ginebra-Suiza; París-Francia



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