lunes, 25 de febrero de 2019

Gente creativa: Masilla o boligoma



Durante la Segunda Guerra Mundial, la compañía General Electric se lanzó en busca de un sustituto del caucho, con la esperanza de crear un material utilizable en botas y neumáticos para militares. 

Cierto día, el ingeniero químico, James Wright mezcló aceite de silicona con ácido bórico en un tubo de ensayo y vio que el compuesto se transformaba en un polímero viscoso. Con la sustancia en la mano, la arrojó con fuerza sobre la mesa y rebotó como si fuera de goma. Los científicos de todo el mundo no le encontraron utilidad. 

Quedó en el olvido.

Otro científico descubrió una sustancia de propiedades muy similares y la patentó en 1947. Con posterioridad una muestra del compuesto llegó a las manos del asesor de marketing Peter Hodgson, quien la llamó “masilla tonta”. Consiguió un préstamo, compró un lote de masilla, llenó con ella unos envases de plástico en forma de huevo y los vendió como juguete.

Con el tiempo no solo ha servido para jugar, también en forma de pelota se utiliza en clínicas fisioterapéuticas para ayudar a los pacientes a fortalecer músculos y aumentar la movilidad de las articulaciones.

Y usted ¿para qué la utiliza?


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