Museo del Prado (Madrid) |
Es quizás la obra más
famosa del pintor flamenco. Representa el tema relatado por Virgilio en su
Eneida y Dante en el Inferno.
A Joachim Patinir se
le considera precursor del paisajismo como género independiente. Recibió influencias
de Lucas Van Leyden y Van der Weyden. Muchas obras se le han atribuido, aunque
solo hay cinco firmadas por el autor. Esta de la que hoy hablamos no está
firmada pero unánimemente se le considera suya.
Supo imprimir un nuevo
carácter al tratamiento del paisaje con una original utilización del color y un
formato panorámico. Aunque el horizonte está todavía alto, siguiendo el estilo
medieval, deja de ser un espacio indefinido, y se observa ya un sentido de
curvatura en la lejanía, consecuente con las nuevas teorías sobre la forma
esférica de la tierra, confirmadas con el descubrimiento de América.
En el centro del río,
el barquero Caronte conduce a un alma desnuda y aterrada hasta la orilla del
Tártaro, donde aguarda Cancerbero, el perro de tres cabezas guardián del
Averno. La laguna Estigia divide la pintura por el centro. En el lado izquierdo
está la fuente del Paraíso, el manantial del que surge el río Leteo, se dice
que «el agua del Leteo tiene el poder de hacer que uno olvide el pasado y
concede la eterna juventud». A la derecha la visión de Patinir del infierno, donde
se nota la influencia de El Bosco.
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