viernes, 4 de mayo de 2012

Amantes de mis cuentos: Un beso

El beso: Gustav Klimt
A las siete de la mañana subo al autobús que me lleva al trabajo. Hay pocos pasajeros. Me siento frente a una mujer que me devuelve la mirada. Sin nada mejor que hacer comienzo a inventarme su historia...

Está casada. Hoy como tantos otros días se ha levantado antes que su marido, así tiene el cuarto de baño para ella sola. Se viste. Se acicala. Al salir del baño su marido ya se ha despertado. Todos los días lo mismo.

Se le acerca y aunque hoy no se lo merece, le da los buenos días con un beso y él le corresponde. Siempre es ella quien toma la iniciativa porque le encanta besar. Su marido nunca besa ni da los buenos días. Ella es como el dulce, a veces empalaga, a él se le podría comparar con los pepinillos en vinagre.

Cuando se conocieron  ella hablaba y él escuchaba, salvo una tarde en que por culpa de una afonía él aprovechó para decirle:

Te amo. No me gusta hablar de lo que es obvio. Si algún día cambio de opinión te lo haré saber.

Él no ha vuelto a decirle «te quiero». Tampoco lo contrario.

Anoche, de madrugada, le despertó porque no podía esperar a que amaneciera para darle un beso. Él con voz soñolienta le dijo: ¿a estas horas? Y se dio media vuelta quedándose dormido.

El tiempo pasa y sin darme cuenta llego a mi lugar de destino. Me levanto. La miro y ella esboza una media sonrisa. Me acerco y le digo: 

Nunca… dejes… de besarle.

Y sorprendida preguntó: ¿Cómo lo sabes?

© Marieta Alonso Más


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