Año 2007. Cecilia emprende el camino de regreso a Galicia, aunque será esta la primera vez que pise tierras gallegas porque el suyo es un viaje de vuelta familiar, el que iniciara en 1868 su bisabuelo Antón, que en plena adolescencia se vio empujado a emigrar a Cuba para esquivar un futuro incierto en su aldea natal. Huérfano de padre y madre, su tía, que lo había cuidado desde pequeño, enferma gravemente y decide que su sobrino merece una vida mejor de la que le espera si permanece apegado a la tierra que le vio nacer. Entre aquél viaje que inicia Antón a finales del XIX y el que ahora emprende Cecilia transcurre La huella de los adioses, primera novela de Marieta Alonso, hija de español emigrado a Cuba y que, como Cecilia, ‘regresó’ al país paterno en 1971, con 21 años, para buscar una mejor vida. 





A partir de aquí, cualquier parecido entre Marieta y Cecilia es pura coincidencia. O al menos eso dice la autora de La huella de los adioses. Insiste en que no es un libro autobiográfico aunque en él habiten, inevitablemente, historias y paisajes conocidos, sometidos al ejercicio de ficción y documentados con los hechos históricos y naturales acontecidos en la isla caribeña en los dos últimos siglos.
Por deseo de su padre (primera coincidencia entre autora y personaje), Marieta Alonso y su hermana abandonaron Cuba para buscar una oportunidad en España. Y vinieron casi con lo puesto (otra coincidencia) siendo acogidos en primer término por sus familiares españoles (otra más). El resto ha sido una vida de trabajo e ilusiones. Esta autora, novel en su jubilación, ha trabajado como secretaria de dirección y se licenció en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid en la especialidad de Antropología Americana. Mujer sobre todo generosa, a decir de quienes la conocen, e inquieta, la literatura ha sido una afición tardía, alimentada en un taller de literatura al que acudió y que empezó como cuentista en varias publicaciones y con la publicación de dos libros: ¿Habla usted cubano? y, el más reciente, ¿Y por qué? Pero hay historias que te piden que las continúes, dice, y eso fue lo que le ocurrió con la que se ha convertido en su primera novela. Tres años le ha llevado dar forma a la obra, no sin antes pasar un periodo de aprendizaje con una persona que forma novelistas para “poder dar el salto” y, por supuesto, documentarse para contextualizar la historia que quería narrar.





En realidad, las historias, porque La huella de los adioses, aunque arranque con el bisabuelo Antón y su biznieta Cecilia, es casi una obra coral que cuenta las vivencias de todo tipo que envuelven a unos personajes que se van encontrando en un lugar y momento, llegados de cualquier parte. Historias desgarradoras, de añoranza y tristeza, pero también de ilusiones, proyectos y fidelidades. De sueños truncados y deseos conseguidos. Y también de conquistas sociales. En el paralelismo (pura coincidencia, recuerda Marieta Alonso) entre la autora y su obra, quien emprende el camino de ida de la inmigración es un hombre y quien cierra el viaje, en su regreso al punto de origen, es una mujer.
En ese sentido, aunque está centrada en dos países, España y Cuba, puede ser la historia de cualquier emigrante de cualquier época. Una idea que nos lleva directamente al momento actual, en el que el drama de la migración nos estalla cada día desde cualquier informativo con terribles noticias y escenas escalofriantes que nos llegan desde el Mediterráneo. “Es algo muy doloroso. No sé qué solución se le puede dar, pero es terriblemente doloroso que tanta gente tenga que abandonar su país, se embarquen en una aventura por sí misma difícil y muchos mueran en el recorrido. Seguramente las soluciones a veces no son fáciles, pero es necesario buscarlas, porque cuando alguien se ve obligado a huir y para ello tiene que embarcarse en una travesía tan peligrosa es que está realmente desesperado”.


Muchísimas gracias Maite Sáez


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