Juan C. Nápoles Fajardo |
Juan Cristóbal Nápoles
Fajardo, más
conocido como el Cucalambé, que según Carlos Tamayo Rodríguez, ensayista y
poeta, significa “cierto baile de negros”.
Nació en Las Tunas en 1829 y murió a
finales de 1861 en Santiago de Cuba. Su familia poseía un ingenio llamado El
Cornito. Publicó sus primeras décimas en el periódico El Fanal, luego colaboró
con La Piragua.
Se le considera un genuino representante del siboneyismo y el
criollismo en la poesía cubana.
MI HOGAR
A la orilla
de un palmar
que baña el fértil Cornito
a la sombra de un caimito
tengo mi rústico hogar.
Esbelto como un pilar
domina montes y llanos
el viento arrulla los guanos
de su bien hecha cobija,
y esta habitación es hija
de mi ingenio y de mis manos.
Cuando la
tormenta ruge
cuando llueve y cuando truena,
ella resiste serena
del huracán el empuje.
Es su cumbrera de ocuje,
sus llaves son de baría,
sus viguetas de jatía
y de guamá sus horcones:
Hay pocas habitaciones
tan firmes como la mía.
Con aites
cerqué el redondo
y no pequeño batey,
donde un frondoso mamey
florece y pare en el fondo.
En este asilo me escondo
con mi madre y mis hermanos;
siembro alegre con mis manos,
la feraz tierra que abono,
amo a mi esposa y entono
mis pobres “cantos cubanos”.
Desde rocas
y lagunas,
desde montes y sabanas,
oigo vibrar las campanas
de la iglesia de Las Tunas.
Sin pesadumbres algunas,
cuando acabo mi fajina,
mi habitación peregrina
bendigo una vez y dos,
porque en ella canto a Dios,
a Cuba y a mi Rufina.
Bajo este
pajizo techo,
sobre este suelo precioso,
en mis horas de reposo,
cuando alegre y satisfecho
germinar siento en mi pecho
la dicha y la bienandanza,
oigo el silbido que lanza
en el monte la cucuba
y el porvenir de mi Cuba
contemplo allá en lontananza.
Este es mi
hogar, en él vivo,
en él los minutos cuento
sin que turbe mi contento
ningún recuerdo aflictivo.
Tiene tan dulce atractivo
este asilo para mí,
que existo dichoso aquí
cual vive el pez en el agua,
como vive la tatagua
en la flor del serení.
Este es mi
hogar, y aunque en él
no hay relucientes tesoros,
de plumas de tocororos
tengo en la puerta un dosel;
no luce aquí el oropel.
no brillan aquí diamantes,
pero hay en sus habitantes
hijos de raza cubana,
paz, contento y fe cristiana
y amor a los semejantes.
Aquí hay
asientos de yaba,
tinajas de guayacán,
piñas, cocos, mechuacán
y conservas de guayaba.
En ningún tiempo se acaba
la miel en mi colmenar,
y para el gozo aumentar
en este pobre bohío,
tiene rumores el río
y murmullos el palmar.
Aquí al
lado de mi esposa,
junto a mi madre adorada,
recuerdo la edad pasada
de mi patria esplendorosa.
Cuando arrulla la tojosa
en las ramas del jagüey,
cuando el esbelto mamey
la blanca luna ilumina,
le refiero a mi Rufina
las glorias del siboney.
Aquí en
sublime quietud,
me halaga un hado propicio,
detesto, aborrezco el vicio
e idolatro la virtud.
Alegre mi juventud
paso sin penas ni daños,
nunca temores extraños
abaten mi pobre mente,
y al cielo elevo mi frente
en lo mejor de mis años.
Amo a mi
hogar, no me arredro
amo a mi rústica joya,
como adora la bayoya
la hueca raíz del cedro.
En él trabajo, en él medro,
en él cantando suspiro,
y cuando del sol admiro
los moribundos reflejos,
me gozo oyendo a lo lejos
las canciones del guajiro.
¡Oh mi
hogar! Yo te saludo
yo te ensalzo y te bendigo,
porque en ti seguro abrigo
hallar mi familia pudo.
Ojalá el destino crudo
me niegue golpes impíos,
y goce yo entre los míos
de vida apacible y larga,
sin beber el “agua amarga
de los extranjeros ríos”.
El
Cucalambé
Significado de algunas palabras de la décima según la
RAE:
Baría: Árbol de la isla de
Cuba de la familia de las borragináceas, que crece hasta ocho metros de altura.
La babaza de su corteza se emplea para clarificar el azúcar.
Batey: En los ingenios
lugar ocupado por las casas de vivienda, calderas, trapiche, barracones, almacenes…
Cucuba o sijú: Ave rapaz
nocturna de las Antillas, de unos dieciséis centímetros de longitud, con lomo
blanco manchado de puntos rojos, cabeza y vientre blancos con manchas pardas,
cuello, pecho y muslos rojos con rayas oscuras y ojos de color amarillo
verdoso.
Cumbrera: Es el remate de
un tejado que suele solapar a la última teja de la limatesa. Se emplea para
unir dos líneas de elevada cota.
Guamá: Árbol silvestre de la
familia de las papilionáceas, que crece en las islas de Cuba y Puerto Rico en
lugares bajos y húmedos, cuya madera es bastante fuerte y se utiliza en
horconaduras y en construcciones bajo el agua.
Guayacán: Árbol de la
América tropical, de la familia de las cigofiláceas que crece hasta unos doce
metros de altura, con tronco grande, ramoso, torcido, de corteza dura, gruesa y
parduzca, hojas persistentes, pareadas, elípticas y enteras, flores en
hacecillos terminales con pétalos de color blanco azulado y fruto capsular,
carnoso, con varias divisiones, en cada una de las cuales hay una semilla. La madera
es de color cetrino negruzco y muy dura.
Jagüey: Nombre genérico de varias especies de árboles americanos grandes de la familia de las moráceas, de hojas alternas y brillantes y fruto generalmente pequeño muy parecido al higo.
Ocuje o calambuco: Árbol
americano familia de las gutíferas, de unos treinta metros de altura con tronco
negruzco y rugoso, hojas aovadas, lisas, duras y lustrosas, flores en ramillete,
blancas y olorosas y frutos redondos y carnosos. Su resina es el bálsamo de
María.
Serení: Bote pequeño que
llevaban los antiguos bajeles de guerra.
Tatagua: Se le llama
familiarmente en Cuba a una mariposa nocturna de gran tamaño y color oscuro
Tocororo: Ave trepadora de
unos veinte centímetros de longitud, de plumaje blanco, sedoso y con reflejos
metálicos, azul en la cabeza, verde en el dorso ceniciento en el pecho, negro
con manchas blancas en las alas, bronceado en la cola y rojo en el vientre, que
vive solitaria en los bosques de Cuba. Es reconocida como el ave nacional de
Cuba.
Yaba: Árbol silvestre de la
familia de las papilionáceas, con hojas ovales, flores menudas violáceas y
fruto amarillo, cuya corteza se usa como vermífugo y cuya madera se emplea en
la construcción.
Gracias Osvaldo Gotera por recordarnos esta preciosa poesía.
Gracias Osvaldo Gotera por recordarnos esta preciosa poesía.
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