martes, 21 de agosto de 2018

María del Carmen Aranda: Bailando con mi sombra


Cuando los pájaros se esconden para morir, las estrellas se mezclan ocultándose tras sus propios destellos, la luz se va y solo queda el silencio.

Como una sombra amada y desconcertante, aparece siempre, siempre él en mis sueños.

«¿Qué puedo hacer?», me preguntaba en una paranoia envuelta por infaustos miedos. «¡No puedo pararlo!, el día se va y la noche, propensa a derramar mis lágrimas, llega de nuevo».

Es entonces cuando la ciudad atorada de grandes desvelos queda postrada ante el inmenso laberinto de idas y venidas. Mientras otros, ajenos a los vestidos y disfrazados secretos, permanecen alertas, con el corazón encogido. −¡Qué no venga, que no quiero verlo! –Se decía María sumida en lo más profundo de sus pensamientos.
No murieron todos los pájaros; algunos elevaron sus vuelos hacia un aire más limpio, alejándose de los granizos, de los fuegos y fuertes vientos. Se alejaron en busca de árboles verdes y claros cielos. Allí, pacientemente, esperaron a que la noche sucumbiera, amparados por un tupido cielo.
Y la noche pasó con grandes desvelos, llegando de nuevo la deseada luz a paso ligero y junto con el día, sus alegres gorjeos.

Confieso que anoche, bailando con mi sombra en mis afligidos pensamientos, desterré los miedos al ver a esas aves que con gran coraje volaron a otros lares y sobrevivieron.

Ya no le tengo miedo y cuando llegue la noche, bailaré con mi sombra de nuevo y nunca más dejaré que las estrellas oculten ante mis ojos sus propios destellos. Buscaré como el ave libre nuevos horizontes donde por fin se desvanezcan mis tristes y ajados recuerdos de una noche sin luna.

© María del Carmen Aranda
Escritora / Poeta


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