Como muchos inventos surgió
de la casualidad.
Sony tenía una grabadora monofónica portátil llamada
Pressman, popular entre los periodistas en los años 70. Cuando los ingenieros
quisieron hacer una versión estereofónica de la Pressman lograron acomodar en
su armazón el sistema de reproducción y dos altavoces diminutos, pero no el
mecanismo de registro. La reproducción del sonido era muy buena y empezaron a
escuchar casetes mientras trabajaban.
Un día, Masaru Ibuka,
cofundador de Sony, escuchó el aparato y recomendó quitarle los altavoces y
ponerle unos audífonos ligeros.
La idea no interesó mucho pues
pensaron que para qué podría servir una grabadora que no grababa, hasta que en
1979 Sony puso a la venta un reproductor de casetes barato dirigido a los
adolescentes y descubrieron que el invento era perfecto para salir a correr y
escuchar música en el trayecto y lo bastante pequeño para llevarlo en el
bolsillo.
Éxito rotundo. Fue un símbolo de los años 80 y se dejó de fabricar veinticinco
años después.
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