jueves, 3 de marzo de 2022

Amantes de mis cuentos: Trotamundos

 



Nunca se ha ido de viaje. Dice que ¿para qué? Si él es un turista en la aldea donde nació. No necesita subirse en un avión, ya lo hace en su burro, en la bicicleta o mejor aún, viaja a pie.

Su terruño lo tiene todo: Un puente romano que algunos aseguran que es medieval; murallas ruinosas de la época en que estuvieron allí los sarracenos; una cueva que para entrar en ella te pinchas con las zarzas cargadas de moras; un olmo que si te subes a la rama más alta divisas llanuras sembradas de trigo y cebada; un castillo que es hogar de cientos de palomas…

Además, puedes escuchar el tañido de las campanas de la iglesia del siglo XIII desde cualquier punto en que estés. Y si pillas al cura de buen humor hasta te enseña una copia de la Magdalena de Tiziano hecha por uno del pueblo.  

Si te quedan ganas de más puedes contemplar a la luz de la luna lo mismito que has visto a la luz del día. Y si llueve, truena o relampaguea hasta lo puedes ver diferente.

Unas catorce casas están en pie. Dos o tres ostentan escudos que fueron de nobles caballeros, otras las han remozado y le han agregado esto o aquello. Las hay que han venido a menos, ya ni siquiera se sabe a la escala social a la que pertenecieron. Aunque todas tienen algo en común: ojos y oídos. Lo dice la única pareja joven que hay en este rincón de mi tierra.

Lo que es él no precisa pasaporte, ni billetes, ni reservas, ni equipaje. Se levanta, estira la manta, prepara su café con leche, separa un buen trozo de hogaza, pincha el chorizo que cuelga en la alacena, y lo corta en rajas muy finas para que le dure, se sienta en la mesa que cojea ligeramente de una de las patas, recoge la taza, el cuchillo y las migas, coloca todo en su sitio, se pone en marcha y en un par de horas está de vuelta.

Y si ha acaecido algo importante durante su ausencia, que merezca la pena saber, con decirle: ¿Qué?, a la tía Gumersinda que pasa las horas detrás del visillo…, pues se entera de todo con lujo de detalles.

 

© Marieta Alonso Más

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