miércoles, 3 de diciembre de 2025

Amantes de mis cuentos: Viaje al pasado

 




Para alguien, esta foto de hace ochenta y tres años, tiene el poder de hablar, de contar cosas, de imaginarla como una ventana abierta hacia el futuro, hacia ese sol que calienta el cuerpo y también el alma, hacia esa luna que te hace guiños para que comiences a soñar.

La sonrisa de ella, la expresión seria de él refleja ese querer ver que su amor perdurará, que el mueble destinado a guardar el calzado, mostrará sus zapatos siempre juntos; ese querer formar una familia que llegó con tres embarazos: uno no tuvo un final feliz, con los otros dos llegaron sus hijas.

Tenían la fuerza de los años jóvenes para no temer a los problemas diarios, a las ilusiones truncadas, a las risas, a los aciertos, a los errores, a la suerte que no se sabe si va a llegar a darte un beso o una bofetada. No imaginaban lo que sería de ellos en la vejez, lo que les deparaba la vida.

Transcurrieron los años y esa fuerza de la juventud, estuvo con ellos, apoyándolos, para los adioses de los seres queridos, para la separación inimaginable de sus hijas durante diez años, para que de un plumazo le quitaron todo lo conseguido en muchos años de trabajo, para emigrar con casi setenta y ochenta años.

Si te quedas mirando un buen rato la foto, no podrás ver lo que duelen las ausencias, las heridas que dejan hondas cicatrices, los días felices de la infancia, los besos recibidos y los dados, las palabras, los gestos cariñosos, esos momentos que dejan huella… Pero, sí podrás sentir que, a pesar de todos los pesares, la vida tiene muchos momentos mágicos.

 

© Marieta Alonso Más

 

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