Quise que esa luna redonda y anaranjada que me perseguía se situara sobre mi cabeza envolviéndome con su luz.
De un salto, me hice con ella y la encerré entre mis brazos, que resultaron cortos.
La froté y pegué mi mejilla a su lado oscuro.
Quise que me diera su apoyo para acarrear lo que no podía con mis manos sostener, y me dio las suyas.
Quise que me diera una familia para enfadarnos, gritar, llamarnos de todo y poder olvidar lo dicho, y sentí su brisa; quise que me deseara, que me sedujera, se negó; quise darle la espalda y me dio
Publicado en: Los inquilinos de El Aleph
Edición de Clara Obligado y Camila Paz.
Madrid 2011
© Marieta Alonso Más
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