martes, 1 de octubre de 2013

Amantes de mis cuentos: Discreción




Soy un hombre por lo que es imposible que sea cotilla. Con los amigos hablo de fútbol, de ciencia, de cine. No permito que nadie me venga con chismes.

En toda regla siempre hay una excepción, en mi caso es mi mujer, que en la noche me cuenta lo ocurrido durante el día. No lo hacemos por el mero hecho de chismear sino para no perder la comunicación tan necesaria en un matrimonio.

Por ella me he enterado que en el edificio de enfrente el del quinto dejó tirado a su padre en una gasolinera, ¡Qué poco respeto al progenitor!; la del cuarto, cuando el marido se va al trabajo, recibe visitas de hombres, ¡En nuestro pueblo eso tiene un nombre!; el del tercero ha hecho un desfalco en el Banco donde trabaja, ¡Cómo si lo necesitara!; la del séptimo se desviste con la luz encendida ¡Qué inmoralidad!; el del noveno se entiende con la del octavo y es amigo del marido ¡Qué falta de amistad!



A veces se nos quita el sueño hablando de todo lo que ocurre en el barrio. Cada noche nos sentamos ante la ventana para corroborar lo que ella me ha dicho. Pero eso sí, siempre terminamos diciendo, que no debemos entrometernos en las vidas ajenas.

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