Cuando por esas injustas veleidades de la
política se ordena la demolición del antiguo y hermoso templo de Santa María,
que ya en 1202 figuraba en los anales de la Villa como ”parroquia” principal de
las diez iniciales de Madrid, y donde se veneraba la imagen de Nuestra Señora
de la Almudena así llamada por el rey Alfonso VI cuando, tras siglos de estar
oculta en la muralla, el “almuden” musulmán, se descubre, los madrileños protestan
y se indignan, pero como tantas veces, no sirve de nada.
Trasladada Nuestra Señora al convento de
monjas de la calle Sacramento, “las Bernardas”, la reina María de las Mercedes
muestra gran interés en que se construya un templo adecuado para su veneración,
su prematuro fallecimiento paraliza el proyecto, retomado con empeño por
Alfonso XII que sabía que su amada esposa al no tener hijos no podría ser
enterrada en el Panteón Real del Escorial y sí en una nueva iglesia, coloca
personalmente la primera piedra el 4 de abril de 1883, iglesia que pasa a ser
catedral en 1885 al ser erigida Madrid diócesis
independiente de Toledo.
Sepultura de la reina María de las Mercedes |
Realiza proyecto y planos el arquitecto
Marqués de Cubas, ideando un grandioso templo neogótico con influencia
bizantina y cripta neorrománica, del que apenas pudo disfrutar al morir pocos
años después, sucediéndole Enrique Repullés que la concluye y, en 1911, se abre
al culto.
Podemos decir sin temor que es la Cripta más
espectacular de España y en la que, extrañamente, se accede por un deambulatorio
situado a espaldas de la Capilla Mayor, dando una sensación de recogimiento
hasta llegar al final del templo. Desde allí, mirar hacia el Altar Mayor, con
forma de templete, albergando a la
Virgen de la Almudena, y admirar la grandiosidad, cuatrocientas columnas con
capiteles, todos, distintos y veinte capillas diseñadas por Repullés, que dado
el inicial destino de mausoleo de la Reina María de las Mercedes, hizo que
fueran costeadas por numerosas familias de la aristocracia y burguesía madrileña
como capillas funerarias, con pinturas, esculturas, alguna de Benlliure, y
espectaculares vidrieras del francés Maumejean.
Interior de la cripta |
En una capilla lateral, la “JOYA” del
templo, La Virgen de la Flor de Lys, según la leyenda, mandada pintar en un
muro de Santa María, en honor de su esposa Constanza, francesa. Sí se sabe que
es del siglo XIII, obra de un pintor no demasiado bueno, con fuertes arcaísmos,
que permaneció oculta tras un posterior retablo hasta 1623, cuando la reina
Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, hace desmontarlo y allí, fresca e
impoluta, aparece la pintura. Se recorta el muro, se encuadra, se lleva con
devoción e ilusión a otra zona de la iglesia donde permanecerá hasta el
derribo, luego también a “Las Bernardas”, y por último a la Cripta, Su fiesta
es el 17 de octubre, “La Pureza de María” ya que el lirio o los que lleva la
Virgen en la mano, alude a esta condición
Camina y conoce este hermoso templo
románico, disfruta de su perfección, respeta su silencio, te sorprenderá y
emocionará.
Entrada de la cripta neorrománica desde la Cuesta de la Vega |
© Isabel Martínez Cemillán.
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