lunes, 7 de mayo de 2018

Isabel Martínez Cemillán: El Sinodal de Aguilafuente



El crecimiento comercial, urbano y demográfico de la Baja Edad Media generó en Europa un incremento de lectores espectacular, a los que la copia manuscrita de textos no podía satisfacer y se comienza a buscar métodos más eficaces para solucionar tanta demanda. Será en Alemania, a mediados del siglo XV, donde Juan Gutemberg invente la imprenta, un sistema tan eficaz y novedoso que transformará el mundo.

Antes de seguir, ¿Qué son el Sinodal y Aguilafuente? Pues Aguilafuente una villa de origen romano, a 36 kilómetros de Segovia que adquirió inusitada importancia en el siglo XV al convocarse en ella un sínodo. ¿Y qué es un sínodo? Una palabra procedente del griego “synodis” que significa reunión, en este caso, una reunión de autoridades religiosas, obispos y otros eclesiásticos para tratar temas de la religión católica bajo varios aspectos:

‒Provincial, con obispo metropolitano.

‒Nacional, obispos de todo el país y autorización Papal.

‒Ecuménico, obispos de todo el mundo.

‒Episcopal, consultas variadas, incluso al Papa, y

‒Dogmático, para grandes e importantes definiciones.

Segovia, en el siglo XV, era la ciudad favorita del rey Enrique V de Castilla, poseía Colegios Superiores, donde se estudiaba Gramática, Lógica y Moral, Ceca, o Casa de la Moneda propia, Palacio Real con Corte perfectamente dotada, pero en cambio padecía una diócesis muy revuelta, casi caótica, que tenía inquieto y muy preocupado a su obispo, Juan Arias Dávila, culto, poderoso, humanista, por la escasa formación del clero, algunos apenas sabían leer, abusos reiterados, lujos inapropiados, ropaje ostentoso que habían originado un completo desacuerdo entre el pueblo y el Cabildo. Era necesaria una reforma enérgica y Dávila viaja al Vaticano en busca de soluciones autorizadas mediante Bula Papal.

En Roma conoce a Juan Parix, un alemán de Heidelberg, impresor afamado y decide llevarlo a Segovia para que, tras convocar un Sínodo, imprima todas sus actas. Y nace «El Sinodal de Aguilafuente», libro de 48 hojas impresas y 16 en blanco, en papel de gran calidad, letra redonda o romana, sin portada, con un índice de los 28 capítulos que contiene. Solamente se conserva un único ejemplar, custodiado en la Catedral de Segovia junto con el manuscrito original escrito en castellano.

Importantísimo documento, porque englobó todos los problemas que Dávila se encargó de resolver mediante severas medidas, desde pago de multas a excomunión, cumplidas con rigor y magnífico resultado.

Por tanto, resulta al menos curioso que la enorme relevancia del Sinodal se olvida y no se vuelve a conocer hasta dos siglos después, 1637, cuando el historiador segoviano Colmenares escribe ¡a mano!, con el título de «Historia del Sínodo», con todo detalle y enorme éxito no sólo el Sinodal de Aguilafuente sino que Segovia tuvo la primera imprenta de España, ya que Parix se instaló en una calle del centro e imprimió varios libros durante más de siete años. Fue en 1473 cuando la imprenta se extendió a otras ciudades, Barcelona, Sevilla, Valencia y más tarde, a Madrid, donde se conserva una histórica y bien conservada, además, visitable.

Es obvio que la imprenta fue la primera gran revolución tecnológica, similar a la que ahora estamos disfrutando, ¿sufriendo?, y que el Sinodal de Aguilafuente es uno de sus más valiosos documentos.


Iglesia de Santa María de Aguilafuente

© Isabel Martínez Cemillán.

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