El crecimiento comercial,
urbano y demográfico de la Baja Edad Media generó en Europa un incremento de
lectores espectacular, a los que la copia manuscrita de textos no podía
satisfacer y se comienza a buscar métodos más eficaces para solucionar tanta
demanda. Será en Alemania, a mediados del siglo XV, donde Juan Gutemberg
invente la imprenta, un sistema tan eficaz y novedoso que transformará el mundo.
Antes de seguir, ¿Qué son el
Sinodal y Aguilafuente? Pues Aguilafuente una villa de origen romano, a 36 kilómetros
de Segovia que adquirió inusitada importancia en el siglo XV al convocarse en
ella un sínodo. ¿Y qué es un sínodo? Una palabra procedente del griego
“synodis” que significa reunión, en este caso, una reunión de autoridades
religiosas, obispos y otros eclesiásticos para tratar temas de la religión
católica bajo varios aspectos:
‒Provincial, con obispo
metropolitano.
‒Nacional, obispos de todo el
país y autorización Papal.
‒Ecuménico, obispos de todo
el mundo.
‒Episcopal, consultas
variadas, incluso al Papa, y
‒Dogmático, para grandes e
importantes definiciones.
Segovia, en el siglo XV, era
la ciudad favorita del rey Enrique V de Castilla, poseía Colegios Superiores,
donde se estudiaba Gramática, Lógica y Moral, Ceca, o Casa de la Moneda propia,
Palacio Real con Corte perfectamente dotada, pero en cambio padecía una
diócesis muy revuelta, casi caótica, que tenía inquieto y muy preocupado a su
obispo, Juan Arias Dávila, culto, poderoso, humanista, por la escasa formación
del clero, algunos apenas sabían leer, abusos reiterados, lujos inapropiados,
ropaje ostentoso que habían originado un completo desacuerdo entre el pueblo y
el Cabildo. Era necesaria una reforma enérgica y Dávila viaja al Vaticano en
busca de soluciones autorizadas mediante Bula Papal.
En Roma conoce a Juan Parix,
un alemán de Heidelberg, impresor afamado y decide llevarlo a Segovia para que,
tras convocar un Sínodo, imprima todas sus actas. Y nace «El Sinodal de
Aguilafuente», libro de 48 hojas impresas y 16 en blanco, en papel de gran
calidad, letra redonda o romana, sin portada, con un índice de los 28 capítulos
que contiene. Solamente se conserva un único ejemplar, custodiado en la
Catedral de Segovia junto con el manuscrito original escrito en castellano.
Importantísimo documento,
porque englobó todos los problemas que Dávila se encargó de resolver mediante
severas medidas, desde pago de multas a excomunión, cumplidas con rigor y
magnífico resultado.
Por tanto, resulta al menos
curioso que la enorme relevancia del Sinodal se olvida y no se vuelve a conocer
hasta dos siglos después, 1637, cuando el historiador segoviano Colmenares
escribe ¡a mano!, con el título de «Historia del Sínodo», con todo detalle y
enorme éxito no sólo el Sinodal de Aguilafuente sino que Segovia tuvo la
primera imprenta de España, ya que Parix se instaló en una calle del centro e
imprimió varios libros durante más de siete años. Fue en 1473 cuando la
imprenta se extendió a otras ciudades, Barcelona, Sevilla, Valencia y más
tarde, a Madrid, donde se conserva una histórica y bien conservada, además,
visitable.
Es obvio que la imprenta fue
la primera gran revolución tecnológica, similar a la que ahora estamos
disfrutando, ¿sufriendo?, y que el Sinodal de Aguilafuente es uno de sus más
valiosos documentos.
Iglesia de Santa María de Aguilafuente |
© Isabel Martínez Cemillán.
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