Imagino tu cuerpo a brazos del monstruo de la venganza.
El odio en sus manos golpea tu inocente esperanza.
Vestido desgarrado, vida rota, olor a cuchillo y mugre.
Se fue sin saber por qué alguien puede tener el corazón tan
negro.
Poseída el alma con una delirante rabia y sin un atisbo de empatía.
Errando su libertad acapara la vida de lo ajeno, lo que no le
pertenece.
Lo que se le antoja para calmar su ansia de destrucción trastornada.
Su avidez de humillación, su codicia de un placer extraño.
Fatal desenlace en una tarde de invierno.
Tu mente asesina jamás concebirá
el extremo dolor,
ni la pena deshabitada,
ni la tristeza desmedida,
ni el desconsuelo atronador.
De todos aquellos que fueron amigos, confidentes, compañeras,
familiares.
Y de todas nosotras que contemplamos El HORROR desde este
cristal acompasado.
¡Lloro tu muerte y la
de tantas mujeres desdichadas!
© Sol
Cerrato Rubio
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