Paco de Lucía en 2007 |
Otras
manos me tocan.
Vibro sin tu gobierno y no quiero y sí quiero.
Añoro tus
latidos contra mi espalda, nuestro temblor al unísono... Me llevan de gira tras
la estela de tus pasos, por orillas que tú uniste con el esperanto reverberante
de mis cuerdas, tus últimas cuerdas vocales; la lengua mestiza del flamenco,
los clásicos, el jazz, la bossa nova... La voz de culturas
aniquiladas. Aprendí de ti a ensamblar mi quejío con los cantos de
libertad afroperuanos, a callar cuando ellos hablaban y a sumarme a los
suspiros.
A
solas en la playa, sentía el rasgueo vigoroso y armónico de tu pulgar en mi
boca de roseta, arriba, abajo, luego un acorde para conversar con líricas
falsetas. Y mientras me provocabas escalofríos con el duende de tus dedos, murmurabas
que componer es lo que queda y los conciertos se los lleva el viento. Pero
cuando me tocabas en vivo hacíamos volar al público. Juntos levantábamos las
pasiones reprimidas en el teatro de la vida, jugando con el cajón, el lamento
del cantaor, el temperamento de las palmas y la flama del taconeo.
Otras
manos me tocan ahora; pero, tranquilo, los armónicos no se mueven, aunque me
rascasen sin miramiento: así de fuerte me hiciste y «La Maestro» me bautizaste,
cuando, en verdad, solo tú eras El Maestro.
©
Rosa de Mena
El relato rinde homenaje al
compositor y guitarrista de flamenco Paco de Lucía. «La Maestro vuela» fue
galardonado con el Premio al mejor relato.
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