Hoy me siento solo,
profundamente solo.
¡Cómo me duele! Fue tan imprevisto. Si estuvieras aquí… Si me
hubiese ido… De nada valen las palabras.
Nuestras promesas se fueron con
el vendaval que asoló los campos de arroz, dejando las espigas sin grano.
Tu sonrisa permanece en mí
después de haber sido borrada de tus labios. Te has ido allí donde todo es
silencio, donde no podré poner en tu boca esas sardinitas hechas a mano que
tanto te gustaban. Allí estás ahora.
Hoy sé que nadie puede
detener el tiempo, ni mis pensamientos, ni tus palabras quedas, cuando juntos, uno
al lado del otro mirábamos las estrellas, y hacíamos planes para ir a esa montaña
donde estaba permitido soñar, y hacer de una de sus cuevas nuestro hogar, donde
la hierba limpiaba nuestras botas y el perfume de los árboles gritaba que
tenían corazón.
Hoy te fuiste, sin avisar. Íbamos
a ser tres. ¡Maldita eclampsia! ¡Quién tiene la culpa! ¡Quién!
© Marieta Alonso Más
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