Érase una vez… en la sabana africana, vivía un
león llamado Alex que tenía una melena rubia espectacular y cuando corría por el
páramo el viento la levantaba como diciendo adiós. Sus ojos eran claros,
reidores y hacían las delicias de cuantos le rodeaban, porque Alex era el león
más noble, más leal, más fuerte de todos los leones del mundo.
Un día no pudo esquivar los peligros que
entraña la llanura y le hirieron en una pata.
‒¿Por qué? Preguntó Alex León dirigiéndose a
otros animales.
‒¿Por qué? Interpeló a los arbustos.
‒¿Por qué? Rugió mirando hacia el cielo.
Nadie se atrevía a contestar.
Y sollozando decía:
‒Ya no podré llegar a ser el rey de la selva.
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‒Pronto sanarás. Cierto es que ya no podrás
cazar con tanta destreza como antes, pero para eso, aquí están tus amigos.
‒Cuá, cuá, cuá, ¿qué sucede? ‒graznó el equilibrista
Alvin Pato que andaba todo el día saltando en una sola pata para llegar a ser célebre.
‒¡Hola chicos! ¿Alguna novedad? ‒se acercaron las
tres Ardillas Escritoras:
Lu Mei, Katherine y Abby.
Tras explicarles lo que sucedía tomaron el
mando:
‒Tranquilidad, ante todo, amigos. Nosotras nos
haremos cargo de alimentar a Alex, mientras no pueda salir a cazar.
‒¿Y a mí? ‒preguntó Ratoncita Bonnie.
‒A ti te comeré de un solo bocado.
Era Archie Impala que saliendo de la nada
parecía querer abarcarlo todo con sus grandes ojos.
‒¡Ay, no! ¡No hagas eso, por favor! ‒chillaba Ratoncita
Bonnie‒. Yo soy pequeña, además tú solo comes hierbas, hojas y semillas, no
merezco terminar en tu barriga, seguro que con los saltos que das me marearía
estando dentro de ti.
‒Grrrrr ‒rugió Alex León‒ Archie Impala te lo
advierto, no pongas en peligro a mi amiga Bonnie, porque tendrás que
enfrentarte a este león mal herido, que soy yo.
‒Y como hagas daño a Bonnie Ratoncita te picoteo
el trasero con mi pico ‒amenazó Alvin Pato, mirándole de reojo.
Archie se marchó cabizbajo. No podía
enfrentarse a tanta bondad. Pero de pronto… se dio la vuelta y con sus largos
cuernos amenazantes, que hizo que todos temblaran por dentro, prometió portarse
bien, quería sentir lo que era tener buenos amigos.
Y desde entonces en aquel lugar recóndito la
amistad se hizo con el control.
© Marieta Alonso Más
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