jueves, 24 de abril de 2025

Blanca del Cerro: Poetisa



 

Me suena bien la palabra, y hasta diría que tiene sabor a elegancia, como tantas otras parecidas. Y a partir de ahí me da qué pensar en determinados genios (que sueles ser “genias”) de la lengua española que dedican parte de sus vidas —ya que, aparentemente, no tienen nada mejor que hacer y si lo tienen lo disimulan muy bien— a inventar palabras femeninas a sus equivalentes masculinos, todo por el absurdo empeño de añadir “aes” donde, por mucho que se empeñen, no puede haberlas (léase miembras, portavozas o genias). Y resulta que cuando encuentran una palabra concreta que tiene su femenino aceptado y precioso —o al menos a mí me lo parece— como poetisa, papisa, consulesa, sacerdotisa o lideresa, entre algunos otros, por alguna razón desconocida se les revuelve el cuerpo, y no quieren utilizarla porque, supuestamente, les da grima, o repelús, o vergüenza, quién sabe, y adoptan el masculino. ¿Cómo es que quieren femeninos y cuando los tienen, los rechazan?

Poetisa es precioso y no lo quieren, prefieren poeta que es masculino pero, miren por donde, termina en a.

Lo cierto es que no comprendo una palabra de esas disquisiciones mentales que no llevan a ninguna parte. Y, para una vez que ustedes utilizan el cerebro, podrían hacerlo para bien. Me lo expliquen, señoras literatas, porque yo, en mi condición de filóloga, traductora y escritora —que digo yo que, aunque sea poco, algo sabré de lengua— no acabo de entenderlo.

 

Blanca del Cerro


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