Foto: Ángeles Alonso |
Me voy de viaje. En avión. Subo las escaleras de la mano de mi padre, hace mucho calor, cuando las bajo hace frío y viento.
Hemos llegado a Nueva York. Aquí se habla inglés. Mi mamá habla idiomas. Mi papá y yo español.
Llevamos un mes en esta ciudad. Hemos estado viviendo con unos amigos hasta que mis padres han encontrado trabajo. Ahora dormimos en nuestra casita de Brooklyn que también es Nueva York. Mi mamá va muy elegante a su trabajo, está en una oficina. Mi papá parquea carros. Viste un mono.
El primer día que fui al colegio la profesora me sentó en una mesa con otros niños. Estaban haciendo un rompecabezas, así que hice el mío en un santiamén. La profesora me revolvió el pelo.
Las vocales y los números se escriben igual que en español pero las llaman de otra forma. Intenté hablar en inglés pero no me salió. Así que estuve todo el tiempo callado.
En el recreo un niño me tiró al suelo. Allí me quedé despatarrado. Entonces, vino otro niño y le empujó más fuerte y por las señas que hacía le dijo que no volviera a tumbarme nunca más. Mi nuevo amigo me ayudó a levantarme, me sonrió en español y nos dijimos adiós con las manos.
Al día siguiente lo busqué en el patio. Cuando le encontré nos sonreímos pero cada cual se fue por su lado. Él, con los niños de su clase, y yo a sentarme en una esquina a esperar que comenzara la mía.
Después de varias semanas la profesora se explica mejor. Mi mamá me dijo que era yo quien poco a poco iba comprendiendo lo que ella decía. Sigo sin decir palabra en clase.
Un domingo mi papá me llevó a jugar al parque. Y allí estaba mi amigo. Me acerqué, nos sonreímos como siempre y cuando me fui a marchar él me siguió. Yo corría y él venía detrás, nos subimos a una canal y nos tiramos uno detrás del otro. Estuvimos toda la mañana jugando. Mi papá se reía al verme tan feliz.
Ayer se me soltó
-Mami, mami, ya hablo inglés. Soy el más listo de mi clase.
Mi madre, como siempre, no tardó nada en bajarme de las nubes. Y es que ella sabe francés, alemán, inglés y español.
¡Caray! Nunca alcanzaré a mi madre.
Aunque pensándolo bien, a lo mejor hablo francés y alemán y aún no lo sé.
Publicado en:
Revista El Humo, México 2010
Revista Groenlandia, nº 16. España 2013
Revista El Humo, México 2010
Revista Groenlandia, nº 16. España 2013
© Marieta Alonso Más
¡Qué monada de cuento! Felicidades, Marieta.
ResponderEliminarMuchas gracias querida Blanca por tus comentarios. Un abrazo
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