jueves, 15 de octubre de 2015

Monte Saint-Michel (Francia)

Monte Saint Michel 

En la bahía del Mont-St-Michel se producen las mareas más espectaculares de Europa, llegando a tener unos catorce metros de altura, dos veces al día. En ella se alberga la abadía benedictina del mismo nombre, que se alza sobre un islote de roca de ochenta metros de altura.

Durante siglos se accedía por tierra en los momentos de marea baja y por mar con la marea alta. Hoy se puede visitar en todo momento gracias a una carretera que lleva a los pies de la roca.

Altar Mayor

Esta joya de la arquitectura medieval, lugar de peregrinación de los fieles de todo Occidente, fue también un importante centro cultural y político. En Mont-Saint-Michel todas las horas son bellas, mágicas. No importa las veces que se haya podido ver en documentales, en fotografías, cuando aparece ante el que le visita, estremece.

Tres ríos discurren sobre las playas: Sée, Sélune y Couesnon, este último sirve de frontera entre Bretaña y Normandía, ya que, según el refrán: “El Couesnon tuvo del mar manía, por ello el Monte está en Normandía”.

El claustro

Cada año venían a asolar las costas los normandos, los hombres del Norte, hasta que consiguen instalarse en la zona. Carlomagno hace reinar la paz y la prosperidad al reconocer a uno de los jefes normandos, Rolón, como “Duque de Normandía”. A cambio el temible guerrero se hace cristiano, con todos sus soldados, y en lo sucesivo protege a los siervos de Dios. 

El Duque Ricardo critica a los “canónigos” que viven en el Monte Saint-Michel, su inmoralidad y su impiedad. Los hace expulsar, reemplazándolos en el año 966 por monjes piadosos y sumisos, venidos de Flandes, guiados por un hombre de ilustre familia, Maynard.  Estos frailes adoptan la regla de San Benito, así nace la abadía benedictina.

La Rueda

En la abadía amurallada, en un monte que con la marea alta se convierte en isla, destacan desde la lejanía la alta torre puntiaguda  de la iglesia gótica abacial.  Esta se levanta sobre las criptas de San Martín y Trente Cierges.  El pueblo un conjunto medieval muy bien preservado, está hoy, lleno de tiendas  y cafeterías. Bajo la abadía se levanta el conjunto conventual, con la hospedería, el refectorio, la sala de huéspedes… El cuerpo occidental comprende la despensa, el claustro y la sala de los Caballeros.     

A principios del siglo XIII, el gran reino anglo-normando se desarticula: el rey de Francia, Felipe Augusto, se apodera de Normandía.  En medio de estos tumultos, un aliado del monarca francés asedia el Monte Saint-Michel en 1204; la ciudad y la abadía son en parte incendiadas.  Para hacerse perdonar y ganar el monte a la causa francesa, Felipe Augusto envía una fuerte suma de oro para facilitar la reconstrucción.
La marisma

Los monjes, cansados de la oscuridad y la estrechez de las salas románicas, desean enmarcar, en espacio y luz,  su vida diaria.  Los abades orientan entonces sus esfuerzos a los edificios conventuales. Edifican un conjunto de inmensas salas, en tres pisos, creado en los primeros cuarenta años del siglo XIII: es la “Maravilla”, la obra maestra de la arquitectura gótica.

Declarado monumento histórico en 1862, el Monte Saint-Michel, su bahía y el antiguo molino de Moidrey, que se encuentra a cuatro kilómetros hacia el interior de tierra firme, figuran en la lista del Patrimonio de la Humanidad desde 1979.

Visita obligada.


Monte Saint-Michel






Fotos: Ángeles Alonso  

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