lunes, 9 de abril de 2018

La cocina a mi alcance: Un plátano al día



Su cultivo comenzó en el sudeste asiático, entre la India y Malasia, y se cree que en el siglo V pasó al continente africano procedente de Madagascar, eso me lo cuenta mi amiga Adria que es forofa de esta fruta.

Pronto llegó a las costas del Mediterráneo. A Canarias llegó desde Guinea Ecuatorial llevado por los portugueses, y fue en el siglo XIX cuando las bananeras comenzaron a extenderse. Se considera que una vez que el cultivo se asentó en las islas canarias, llegó al Nuevo Mundo de la mano de los españoles.

Ser gente de plátano equivalía entonces a ser gente rica. Yo soy mujer de plátanos pero no llego al status de riqueza requerido, porque los ingiero, no los siembro,  me dice al poner sobre la mesa del salón de su casa unas copas. ¿Qué será? Sé que a ella los plátanos le gusta comerlos al natural cuando están duritos, pero como es incapaz de tirar comida siempre hace postres con los que maduran más de la cuenta. Lo aprovecha todo.

La temperatura ideal para este cultivo es de unos veinticinco grados centígrados y su altitud debe ser inferior a los trescientos metros. Requiere mucha agua, luz, suelos porosos y con buen drenaje. Puede transcurrir cerca de un año entre la siembra de la planta madre y el brote del primer racimo. Termina su perorata dándome la receta:

Plátano y queso

Ingredientes:

1 tarrina de queso Philadelphia
1 plátano maduro
1 limón
1 chorrito de miel
Pasas, almendras, orejones de melocotón o albaricoque…

Preparación

Pelar el plátano y cortar en rodajas. Rociarlo con el zumo de limón. Triturar. Batir el queso con el chorrito de miel. Poner el plátano triturado como base de una copa. Encima el queso batido. Decorar con pasas, almendras, orejones… Lo que más nos guste.


Ya me diréis si está rico.

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