Inmaculada de Soult (1678) Museo del Prado, Madrid |
En una de las ciudades más
bonitas de España, Sevilla, resplandece una exposición pictórica conmemorativa
del cuarto centenario, 400 años, del nacimiento del pintor Murillo, con el
sugestivo título de «AÑO MURILLO»,
exponiendo parte de su extensa obra repartida por todo el mundo.
Recordemos que durante la
invasión francesa el Mariscal Soult se apropió, robó, cantidad de cuadros de
Murillo, unos para regalar a Napoleón, otros, la mayoría para él y venderlos a
buen precio a museos y coleccionistas europeos.
En el siglo XVIII la reina
Isabel de Farnesio compró alguna de sus obras maestras, otras se lograron
recuperar y las tenemos colgadas en el Museo del Prado, que, discretísima y
sutilmente ha recordado que también en Madrid podemos celebrar el Año Murillo
visitando nuestro Museo donde están expuestas la mayoría de sus mejores obras
permitiendo contemplar la evolución del artista.
Bartolomé Esteban Murillo,
nació en Sevilla en 1617, felizmente casado, tuvo nueve hijos y trabajó desde
muy joven larga y placenteramente toda su vida hasta que, pintando el retablo
del Convento de Capuchinos de Cádiz, cayó desde lo alto del andamio, lo
llevaron a Sevilla, quería morir en su casa, y falleció en 1681, a los 64 años.
Exceptuando a Velázquez,
podemos conceptuar a Murillo como el más moderno pintor, calificado en tres
etapas: «fría,
cálida y vaporosa», con un estilo muy
personal, fluido, vibrante, expresivo y bello, luz y color.
Así que celebremos el Año
Murillo en Madrid contemplando, entusiasmados, sus «Inmaculadas»,
hizo más de treinta versiones, maravillosa la llamada de Soult, no nos extraña
que se la llevara a su propia casa de Paris y que nos costara tantos años y
tanto trabajo recuperarla, auténtica obra maestra de intensa belleza de los
últimos años de su vida.
Sagrada Familia del Pajarito 1649-1650 Óleo sobre lienzo. Museo del Prado, Madrid |
Y, también, entrañable,
tierna, luminosa, la barroca «Sagrada Familia del
Pajarito»,
preciosa escena familiar, el Niño, jugando, la Virgen, trabajando y San José,
joven y agraciado, como era en realidad, lejos del ancianito oscurecido
representado en siglos anteriores.
A partir del siglo XVIII,
la pintura de niños es un tema importante en toda Europa, Murillo se adelanta a
su tiempo pintándolos, se ha dicho con frecuencia que eran retratos de sus
propios hijos, lo mismo que los rostros de sus encantadores angelitos.
Por tanto, si podemos,
vayamos a Sevilla a ver los cuadros que temporalmente vuelven a Sevilla desde
Oxford, Colonia, Viena, Paris… mostrando cada luz y cada sombra, cada rostro
celestial y humano, cada simbolismo y
realidad, pero acerquémonos también al Prado a ver Murillo en Madrid. Merece la pena.
1675 Londres, National Gallery |
Niño espulgándose París, Museo del Louvre |
1670 Londres, Dulwich Picture Gallery |
© Isabel Martínez Cemillán
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