Lewis Carroll |
«Mi muy querida
Gertrude: Usted estará apesadumbrada al oír la extraña enfermedad que tengo
desde que se fue. Mandé buscar al doctor y le dije: “Deme una medicina, porque
me siento cansado”. Él me replicó: “¡Estupideces! Usted solo necesita dormir”.
“No es esa clase de agotamiento. Mi rostro trasunta cansancio”, dije. A lo que
él añadió: “¡Oh!, es su nariz la que está cansada”. “No, no es la nariz. Quizá
sea el pelo”, reflexioné. Entonces, el doctor mostró su desconcierto: “Ahora sí
entiendo: usted estuvo peinando el pianoforte.” “No”, dije, “no lo he hecho, y
no es exactamente el pelo: más bien entre la nariz y el mentón.” Entonces él,
muy serio, preguntó: “¿Ha estado usted caminando mucho con la barbilla?” “No”,
respondí. “Bien”, reflexionó él, “esto me despista mucho”. “¿Usted cree que el
problema estará en los labios?”, preguntó. “Por supuesto”, dije. “¿Qué es,
exactamente?” “Yo creo que ha estado dando demasiados besos…”, concluyó.
“Bueno”, recordé,
“le di un beso a una amiga”. “Piense”, dijo él, “¿está seguro de que solo fue
uno?” Yo añadí: “Quizá hayan sido once”. Entonces, el doctor me ordenó: “No
debe darle ni uno más hasta que sus labios se hayan recuperado”. “Pero ¿qué
hago?”, le dije, “¡Le debo ciento ochenta y dos besos más!”
El
médico se emocionó tanto que las lágrimas corrían por sus mejillas, y me
ordenó: “Mándeselos en una caja”. Yo tenía una que compré en Dover, pensando
que podría regalarla. Así que los empaqueté con cuidado. Dígame si le llegan
bien o si alguno se pierde en el camino».
Lewis Carroll
Preciosa,
tierna, sorprendente y original carta fechada en 1876.
Lewis
Carroll, ese controvertido escritor, que escribía a modo de juegos, que supo
combinar fantasías, disparates, y absurdos, se inspiró en Alice Liddell para
crear «Alicia en el país de las maravillas» y en Gertrude Chataway, para la protagonista del poema
narrativo «La caza del Snark».
A su muerte dejó unas setecientas cartas y una de
ellas es ésta.
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