viernes, 7 de diciembre de 2018

Mª Isabel Martínez Cemillán: La Inmaculada Concepción


  
La Inmaculada de El Escorial
Bartolomé Esteban Murillo
Museo del Prado, Madrid

Mañana, día 8 de diciembre, se celebra la festividad de La Inmaculada Concepción, por eso creo oportuno hablar de ella en este mi blog, del día 7. Más cercano, imposible.

El misterio de la Inmaculada Concepción fue considerado por la Iglesia, durante siglos, como materia opinable. Italia estaba fraccionada en numerosos estados, con considerables problemas políticos y esto hizo que algunos Papas descuidaran un tanto sus funciones y, por otra parte, aún no estaba considerada como dogma de fe la infalibilidad papal.

Pero desde muchos años atrás eran muchos los preocupados por ese misterio, aunque sorprendentemente, un hombre tan santo y tan inteligente como San Bernardo dijera que María no había sido concebida sin pecado original sino inmediatamente purificada, opinión compartida por San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino.

Los grandes defensores de la Inmaculada fueron San Raimundo Lulio y la Orden franciscana, muy pronto otras Órdenes religiosas se unieron a esta teoría y fueron tan apremiantes que, en el siglo XV, el Papa Adriano V, va a establecer la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María el día 8 de diciembre. A partir de ese momento en todos los monasterios, iglesias y conventos franciscanos se dedica una capilla a esa advocación pero que, sin embargo, no será proclamada dogma de fe por Pío IX hasta 1854, con la siguiente definición «María estaba inmune de toda mancha de pecado original».

En un principio su representación iconográfica  era «El abrazo de San Joaquín y Santa Ana, padres de María, ante la Puerta Dorada del Templo de Jerusalén» hasta que, ya en el siglo XVI, se produce un hecho milagroso: un padre franciscano, especialmente devoto de la Virgen, rezaba delante de un cuadro de aquella iconografía, cuando ésta se borra y en su lugar aparece la imagen de María, de pie, sobre la bola del mundo, aplastando una serpiente (pecado original), con la luna a sus pies, (visión de San Juan en el Apocalipsis) símbolo de «María es el sol que permanece sobre la luna». 

Maravillado, emocionado, el fraile describe lo que ha contemplado y lo interpreta como un deseo de la Virgen de una representación más clara, más descriptiva, que, inmediatamente será aceptada y divulgada por pintores y escultores, nueva iconografía que con milagrosa expansión sustituirá a la antigua. Es preciso resaltar que en España aparece también otro entrañable nombre, Purísima Concepción, y que fueron tantas las mujeres que llevaban su nombre que se inventó y popularizó, un cariñoso diminutivo, «Concha, Conchita».

Por otra parte, como los pintores españoles fueron los más entusiastas, con variedad, imaginación y color los creadores de la novedosa iconografía, ¿quién no se ha extasiado, emocionado, conmovido ante las maravillosas Inmaculadas de Murillo, Alonso Cano, Zurbarán…?

© Isabel Martínez

La Inmaculada Concepción
Peter Paul Rubens
Museo del Prado


© Isabel Martínez.

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