sábado, 17 de mayo de 2025

Apellidos españoles: Fuentes

 



Sobre el origen del apellido Fuentes se dice que floreció antes del siglo XVII, a través de un memorial presentado al rey en el que se afirma que los descendientes provienen del reino de Aragón, y que desde tiempo inmemorial ha servido a los soberanos. También se cree que está relacionado con la existencia de fuentes naturales de agua en las localidades donde se establecían las familias.

Durante muchos años, el sueño de hechiceros, magos y alquimistas ha sido el de encontrar el elixir de la eterna juventud. En Babilonia, ya se consideraba, el agua como símbolo de la vida, por su poder curativo y fertilizante. En el Código de Hammurabi se invoca al dios Adad para que prive a los enemigos de la lluvia del cielo y de las aguas de las fuentes. Los asirios rendían culto a Ishtar, diosa del amor, purificadora de las aguas y patrona de los manantiales.

En Egipto se divinizaba al Nilo en el dios Hapi, abastecedor de fuentes y manantiales, y era representado sosteniendo dos plantas: el «papyrus» y el «lotus», o bien dos vasos de los que manaban sendos ríos. Los griegos consideraron que el agua que manaba de las fuentes, corredora y murmuradora, poseía un espíritu personal al que relacionaron con divinidades superiores como Hermes, Apolo, Artemisa, Dionisios...

Entre los romanos, «Fons» era una personificación de la divinidad de las fuentes y manantiales y le atribuían una virtud profética. Con la invasión de los bárbaros y las expediciones de las legiones romanas, llegó también el culto que a las fuentes y manantiales rendían los celtas y los francos. Y entre los cristianos, el bautismo de Jesús en aguas del río Jordán simboliza el inicio de su ministerio público.

A la llegada de los españoles al Nuevo Mundo confundieron el verde exuberante de los trópicos con el jardín del Edén y emprendieron la búsqueda de míticas fuentes de la eterna juventud o de ríos que arrastraban oro y hasta de un árbol de la vida. América fue una tierra fértil para fundir los mitos de los europeos con los autóctonos de las tierras recién descubiertas.


¿Busca usted la fuente de la eterna juventud?

 

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