Recostada en la cama, con una zozobra que no me deja
dormir, pienso que la vida es como un prisma de afiladas aristas y retorcidos
nudos.
Cada vez me cuesta más trabajo despedirme de la mejor
confidente y consejera que hasta ahora he conocido: mi almohada.
Hago el esfuerzo de subir la persiana y saludar al nuevo
día.
Mi teléfono ha sonado, me avisa de que tengo un mensaje;
es de la aplicación para buscar empleo. Mi cuerpo se divide en distintas partes
de yo, cada una tirando de mi alma fatigada: mis dedos se mueven temblorosos
por la pantalla del teléfono, los labios dibujan una línea inexpresiva y mis
ojos —que brillan aquejados de una esperanza infinita— se topan con una frase:
«Su
currículum ha sido descartado».
Me dejo caer sobre mi fiel almohadón, que se hunde, no
solo con el peso de mis preocupaciones, sino también con el tonelaje de la
desilusión y varios quintales de temor. Los ojos se empeñan en cerrarse para
borrar esas palabras escritas que siguen reflejándose en su retina, y la mente,
buscando una grieta, un plan, un atajo se deja llevar por unas imágenes que
aparecen de la nada…
Tengo un pájaro sobre las palmas de mis manos; moribundo, se
consume. Siento los temblores de su cuerpo hasta que se transforma en una
hoguera de llamas rojas, naranjas y violetas que le extinguen por completo. Entorno
la mirada de aquellos fogonazos de inframundo; mi retina no parece preparada
para contemplar aquel ocaso de singular belleza que trae a cuestas un dolor
abrasador. Soy incapaz de soltar las brillantes cenizas que se amontonan en mis
palmas. El viento sopla y algunas pavesas de plata se derraman de entre mis
dedos. Aprieto con fuerza hasta que oigo un quejido y noto cómo la vida palpita
de nuevo. Al abrir mis manos, el ave —que ya no es un pajarillo— extiende sus
plumas de filo dorado, saturadas del color de la bravura. Mientras el fénix bate
sus alas hacia su refugio, y, cayendo por fin en la cuenta de que estoy soñando,
pienso que yo también podría renacer de nuevo.
© Blanca
de la Torre Polo
Gracias Zayda. Tú también tienes la bravura del Ave Fénix.
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