martes, 5 de marzo de 2019

Blanca de la Torre Polo: Ave Fénix: Empezar de nuevo



Recostada en la cama, con una zozobra que no me deja dormir, pienso que la vida es como un prisma de afiladas aristas y retorcidos nudos.

Cada vez me cuesta más trabajo despedirme de la mejor confidente y consejera que hasta ahora he conocido: mi almohada.

Hago el esfuerzo de subir la persiana y saludar al nuevo día.

Mi teléfono ha sonado, me avisa de que tengo un mensaje; es de la aplicación para buscar empleo. Mi cuerpo se divide en distintas partes de yo, cada una tirando de mi alma fatigada: mis dedos se mueven temblorosos por la pantalla del teléfono, los labios dibujan una línea inexpresiva y mis ojos —que brillan aquejados de una esperanza infinita— se topan con una frase: 

«Su currículum ha sido descartado».

Me dejo caer sobre mi fiel almohadón, que se hunde, no solo con el peso de mis preocupaciones, sino también con el tonelaje de la desilusión y varios quintales de temor. Los ojos se empeñan en cerrarse para borrar esas palabras escritas que siguen reflejándose en su retina, y la mente, buscando una grieta, un plan, un atajo se deja llevar por unas imágenes que aparecen de la nada…

Tengo un pájaro sobre las palmas de mis manos; moribundo, se consume. Siento los temblores de su cuerpo hasta que se transforma en una hoguera de llamas rojas, naranjas y violetas que le extinguen por completo. Entorno la mirada de aquellos fogonazos de inframundo; mi retina no parece preparada para contemplar aquel ocaso de singular belleza que trae a cuestas un dolor abrasador. Soy incapaz de soltar las brillantes cenizas que se amontonan en mis palmas. El viento sopla y algunas pavesas de plata se derraman de entre mis dedos. Aprieto con fuerza hasta que oigo un quejido y noto cómo la vida palpita de nuevo. Al abrir mis manos, el ave —que ya no es un pajarillo— extiende sus plumas de filo dorado, saturadas del color de la bravura. Mientras el fénix bate sus alas hacia su refugio, y, cayendo por fin en la cuenta de que estoy soñando, pienso que yo también podría renacer de nuevo.


© Blanca de la Torre Polo



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