Se me olvidó quererme.
No recordé decirme lo
que valgo, lo que aporto.
Se me pasó valorarme y
volví a compararme.
Con gente tan válida
como yo.
Perdí otra vez.
Inseguridad,
negatividad, ansiedad...
Son mis rutinas, mis
incondicionales.
No me dejan vivir. Me
devoran por dentro.
Me repiten el escaso
talento que poseo.
Que jamás conseguiré
alcanzar mis sueños.
Que el tiempo se
acaba.
¿Será mejor dejar de
luchar?
Nunca. Jamás.
Si me caigo mil veces
me levantaré dos mil.
Cuando mis tres
tormentos intenten destruirme les haré frente con mi corazón.
Con mi perseverancia.
Son fuertes, pero yo
tengo algo con lo que no cuentan.
Tengo esperanza.
Para todos los que
luchan: no estáis solos.
Vamos a conseguirlo.
© M. J. Pérez
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