El Torneo se había
terminado por fin. A pesar de haber sido solo una hora, se había hecho tan
largo… Por un instante, tras ser eliminado, Vegeta había temido no poder cumplir
su promesa a Bulma de volver con ella y con Bra, ni a Cabba la de resucitarlo.
Aun sin decirlo en voz alta, el Saiyan había estado aterrorizado durante esos
pocos minutos hasta que sus compañeros habían derrotado a Jiren. Y cuando
Androide 17 deseó que todos volvieran a la vida estuvo casi tentado de
abrazarlo él mismo. Al menos, eso significaba que seguía habiendo Saiyans en
otros universos…
No obstante, en cuanto
entraron en Capsule Corp. por la puerta de la terraza, apenas tuvo tiempo de
sostener un bulto de tela que cayó en sus brazos antes de que una menuda figura
le estrujara la cintura entre los suyos, deshecha en lágrimas.
―¡Vegeta! ―clamó Bulma―.
Menos mal que has vuelto. ¡Que todos habéis vuelto! ¡Estaba tan preocupada…!
―Pero… ¡Bulma! ¿Qué
haces? ―se resistió el Saiyan, tras reponerse―. ¡Para, mujer! ¡Ya está bien!
Su esposa, tras ser
consciente en un segundo de lo que estaba haciendo, se separó de golpe como si
la hubieran pinchado.
―Yo… Yo… ―lo miró
insegura, mientras Bra lloraba sin remedio en brazos de su padre. Había sido un
impulso, pero debía haber recordado lo que él opinaba de las manifestaciones de
cariño público―. Ay, lo siento. Olvidaba que…
Los dos se miraron con
cierta tensión mientras Bra seguía llorando y algunos de los otros presentes
los señalaban con evidente sorpresa y la respiración contenida. Pero entonces,
de espaldas a todos, Vegeta sonrió con levedad, solo para Bulma y le apretó el
codo en un simple gesto que ella reconoció.
―No importa ―susurró él―.
Yo...
―¡Eh, Vegeta!
El aludido apretó los
dientes. Maldito Kakarot… Ojalá se detuviera el tiempo en aquel momento.
Interiormente solo quería abrazar a Bulma, a su hijo; seguir teniendo a su hija
contra el pecho para siempre. Pero el mundo de fuera los esperaba.
―Trae ―le indicó Bulma,
solícita y sin rastro ya de lágrimas en los ojos, tendiendo las manos hacia el
bebé―. Ya me ocupo yo…
Solo entonces, ambos se
dieron cuenta de que, sorprendentemente, Bra había dejado de llorar y se había
acurrucado contra el pecho desnudo de su padre. Este notó un escalofrío cuando
sus manitas le acariciaron la piel y tragó saliva. Sin quererlo, una extraña
sensación de posesión hacia aquella niña, que ya había percibido cuando la
cogió por primera vez de recién nacida, se enroscó sobre su corazón con fuerza,
casi haciéndole jadear de la sorpresa.
Vegeta dudó, inseguro
sobre qué hacer. Pero cuando su orgullo de guerrero se impuso, aceptó depositar
a aquella preciosa criatura en brazos de Bulma. Sin embargo, no pudo evitar que
algo invisible tirara de él hacia Bra cuando se separaron del todo, reprimiendo
un escalofrío.
Cuando la bebé estuvo
acomodada, Bulma sonrió con calidez y le hizo un gesto señalando a sus
espectadores.
―Venga, vamos con los
demás.
***
La noche había caído hacía
rato y la casa estaba en silencio. Después de acostar a Trunks y Bra, Bulma y
Vegeta se habían dedicado a reencontrarse como solo eran capaces de hacerlo en
privado: desnudos, sudorosos y enredados entre las sábanas.
―¡Madre... mía! ¿Cómo
es... que acabamos… siempre así? ―jadeó ella cuando acabaron, derrotada entre
sus brazos.
―Así, ¿cómo? ―quiso
saber él, curioso, tratando a su vez de recuperar el resuello.
Bulma sonrió con ironía y
le guiñó un ojo.
―Ya sabes. En la cama,
teniendo sexo salvaje, después de que me pegues el susto de mi vida.
Vegeta soltó una risita
ronca mientras acariciaba distraídamente la curva de su cintura.
―Bueno, yo creo que está
bien, ¿no? ―Bulma frunció el ceño, picada―. Venga, no te pongas así ―rogó él,
mordaz―. Sé que a ti también te gusta que esto pase.
Bulma arrugó los labios,
sacudiendo la cabeza.
―Eres imposible, ¿lo
sabes? ―Vegeta se limitó a soltar una de sus risitas breves de conformidad―.
Pero bueno, está bien ―claudicó ella, paseando un dedo por su suave pecho de mármol―.
Además, tengo que admitir que a pesar de que muchas veces me dejas todo perdido
de suciedad, también me gusta cómo hueles cuando vuelves de entrenar o pelear…
Vegeta, tras torcer el
gesto ante la milésima alusión en su matrimonio a su descuido con la limpieza,
soltó una carcajada corta y la miró con una ceja enarcada a causa de la
sorpresa que le produjo semejante declaración.
―¿En serio? ―se
sorprendió, haciendo que Bulma enrojeciera intensamente―. Hm. Bueno, si lo sé
no vuelvo a ducharme nunca más.
―¡Oh! ¡Ni se te
ocurra!... ―lo regañó Bulma, alzando la cabeza para mirarlo―. Aunque ―ronroneó
acto seguido, acercando el rostro hasta que sus narices se tocaron― sí puedo
esperar a ducharme contigo la próxima vez que vuelvas de hacer ejercicio...
¿Qué opinas?
Ambos rieron y se besaron
con pasión. A pesar de los años, de la separación forzosa que suponía el
entrenamiento de Vegeta –Bulma se quejaba de que no trabajaba de puertas para
afuera, pero una pequeña parte de su ser agradecía que su marido estuviese
siempre listo para protegerlos en casa de necesidad– y algún que otro Torneo
loco –algo con lo que Bulma había aprendido a convivir y en los que disfrutaba
y sufría al mismo tiempo viendo competir a padre e hijo–, el matrimonio se
había esforzado por no perder el fuego que surgía entre sus pieles siempre que
estaban juntos y a solas. Y a Bulma le encantaba comprobar que, a pesar de la
fachada constante y de lo que pudieran regañar en el día a día, Vegeta seguía cambiando
radicalmente cuando estaba solo con ella.
Si bien seguía siendo muy
gruñón y cabezota para algunas cosas, desde que Vegeta había vuelto a la Tierra
para quedarse, él jamás le había dicho una palabra más alta que la otra e
incluso tenía en cuenta su opinión para según qué cosas; además, en privado la
abrazaba, la besaba, aceptaba sus caprichos… En definitiva, se entregaba a ella
sin ningún esfuerzo aparente. Y Bulma, a pesar de todo, apreciaba en secreto
aquella forma de amor solo para ellos dos.
No obstante, cuando Bra
volvió a llorar y Vegeta se levantó cual resorte de la cama, Bulma se quedó
rígida como una estatua mientras lo observaba actuar. ¿Qué iba a hacer su
marido? Cierto que desde lo de Célula y más desde Buu, Bulma había notado que
Vegeta se abría más y más a las opciones que le ofrecía formar una familia;
aunque estricto y poco cariñoso en general, el Saiyan había llegado a ser un
modelo incluso para Trunks, el cual lo adoraba desde que tenía uso de razón.
Cuando había nacido Bra, el Saiyan no había tenido reparos en cogerla y estar
bastante pendiente de ella. Pero… ¿Levantarse así solo por su llanto nocturno?
Quizá solo era por hambre; pero, aun así… Con Trunks, para bien o para mal,
jamás había hecho algo semejante y Bulma era la primera que había preferido
dejarlo adaptarse a la paternidad poco a poco, sin presionarlo. Pero…
Por una centésima de
segundo, Bulma se asustó cuando un pensamiento terrible cruzó por su mente,
para desecharlo acto seguido con violencia. ¡Qué absurdo a aquellas alturas…!
Sin embargo, no pudo
evitar contener la respiración en cuanto Vegeta se inclinó sobre la cuna y tomó
a la niña en brazos; eso sí, con un cuidado inusual en él. Despacio, el Saiyan
se incorporó y caminó con la pequeña sujeta sobre su brazo izquierdo hacia la
ventana, deteniéndose bajo la luz de las estrellas. Bulma no podía oír lo que
Vegeta estaba diciendo, solo captaba un ligero susurro varonil intercalado con
los gemidos de la pequeña; pero lo que estuvo claro un par de minutos después
fue que la niña, mágicamente, se había calmado con aquel procedimiento e
incluso emitió algún gorgorito de satisfacción.
Incrédula, Bulma se sentó
del todo en la cama y apoyó los brazos en las rodillas, sintiendo la emoción
ascender a sus ojos. No era posible. No podía ser que sus plegarias se
estuvieran cumpliendo.
Durante un buen rato, la
mujer humana se limitó a contemplar aquella escena sin moverse, por miedo a
romper la magia. Vegeta, desnudo, de perfil, sosteniendo a Bra con un brazo.
Las manitas de ella aferradas a uno de los dedos de la mano opuesta de su
padre. Y él… Bulma tragó saliva. Vegeta sonreía. Sonreía con una ternura como
pocas veces lo había visto hacerlo en su vida.
Sin poder evitarlo, Bulma
alzó una mano para secarse discretamente las lágrimas, pero debió saber que él
se percataría del movimiento y la burbuja perfecta que rodeaba la escena
pareció quebrarse de golpe en el silencio de la noche. Vegeta se giró un poco,
lo justo para mirar a su mujer; pero, curiosamente, no había enfado en su
rostro.
En honor a la verdad,
mostraba una extraña serenidad.
―¿Qué ocurre, Bulma? ―preguntó
él, acercándose con la niña ya dormida en los brazos y sentándose en el borde
de la cama―. ¿Estás bien?
La mujer, para sorpresa
de Vegeta, casi por primera vez en su vida no supo qué contestar. Tenía tal
mezcla de emociones corriendo por sus venas que creía que iba a explotar.
―Nunca… ―arrancó,
indecisa, en un susurro―. Bueno… Confieso que no pensaba que te vería así
alguna vez.
A pesar de la falta de
detalle, Vegeta lo entendió a la perfección y enrojeció levemente, apartando la
mirada de nuevo hacia una Bra que dormía plácidamente.
―Ah, sí. Lo imaginaba ―admitió
en el mismo tono de voz, procurando no despertar a la bebé―. Pero no se te
ocurra andar diciéndolo por ahí ―amenazó acto seguido―. O arruinarás mi
reputación.
Bulma se rio con levedad,
sin sentirse amedrentada en absoluto.
―Tu secreto está a salvo
conmigo, ya lo sabes ―prometió, apoyando las manos en el hombro de su marido y
la barbilla encima, la vista clavada en la pequeña durmiente―. Aunque, ¿quién
pensó que acabaríamos así?
―Hm. La verdad es que
nadie lo hubiera dicho.
―Menos si consideramos
que me amenazaste de muerte la primera vez que te vi ―apostilló Bulma con
malicia calculada.
―¡Eh! ¡Y tú te fijaste
en Zarbon! ―se picó Vegeta, celoso, haciendo que ella sonriera divertida ante
aquel absurdo recuerdo―. Todavía me acuerdo de tu voz chillona pidiendo a
gritos que acabara conmigo.
―¡Ay! ¡No me digas que
lo recuerdas? ―se avergonzó entonces Bulma, enrojeciendo como una granada
madura y escondiendo el rostro tras el hombro de él―. ¡No tienes maldita
consideración de lo que sufrí en ese condenado planeta!
Vegeta rio por lo bajo,
ignorando la pulla con naturalidad.
―¡Claro que me acuerdo!
Que entonces no te prestara ninguna atención como mujer no significa que esos
recuerdos se hayan ido de mi memoria. Me suelo acordar cuando alguien habla mal
de mí. Además ―agregó― te recuerdo que a mí me mataron allí, así que no te quejes
tanto. Salí perdiendo yo.
Bulma frunció los labios,
entre divertida y sintiendo un escalofrío involuntario. Cuando le dijeron que
había muerto a manos de Buu, o cada vez que sentía que lo había perdido para
siempre, creía que ella misma iba a morir de pena y de dolor. Aún tenía
pesadillas con lo del demonio rosa...
―Bueno. Pues si dejas a
la niña en la cuna y vuelves a la cama conmigo, te aseguro que hay un hombre
maravilloso y con un cuerpo de infarto que va a salir ganando... ―guiñó el ojo
y él sonrió con lujuria, anticipando lo que vendría después―. ¿Qué te parece?
(Imagen: Pinterest. Inspiración: Dragon Ball Super)
© Paula de Vera
Siempre diré qué es más qué un deleite el poder leer tus obras. Una ves más me cautivas con tan bello relato.
ResponderEliminarLa relación entre Bulma y Vegeta es de las cosas más preciadas para mi y sin duda también lo es la relación entre Vegeta y sus hijos, pero sobre todo con la pequeña Bra. Fue una belleza el poder leer esto escrito por ti, le das un toque más emocionante y bello. Muchas gracias por compartir tus bellas obras con nosotros, eres una escritora increíble. ♡
Hola linda. Millones de gracias siempre por tu cariño y tus palabras. Un besazo enorme!
EliminarMe encantó!!! ay dios mio!! :D
ResponderEliminartus descripciones son tan dulces y muy bien equilibradas entre pasión y ternura.
si existiera un capitulo canon de la vida de vegeta y bulma fuera como lo describes tú, NO CABE DUDA, esta muy pegado a los personajes.
ojala algún día vengas a Lima Perú y firmes mi camiseta vegebul :D
UN ABRAZO, espero mucho el siguiente capitulo
Buenos días desde España!! Qué gusto da levantarse con esto, muchísimas gracias y sí, ojalá algún día pueda ir para allá!! Un besazo!!!
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