--4000 BBY--
(/Región mandaloriana del borde exterior galáctico/)
Nos encontrábamos en
una época conflictiva en la que solo los más valientes y osados ganarían la guerra.
Los
mandalorianos conquistaban o destruían despiadadamente todos los planetas que
se ponían a su paso mientras se dirigían sin descanso, al núcleo galáctico.
Yo era
uno de los caballeros Jedi que luchaba entonces contra la tiranía en la
galaxia.
Insistí
en no dejarles avanzar más y presentarles batalla por todos los frentes
posibles, pero la mayoría de los Jedi, en especial los más «sabios», los a
veces orgullosos maestros Jedi, no creían que esa fuera la mejor forma de
afrontar el conflicto.
¿Qué podía
hacer? No podía quedarme con los brazos cruzados mientras todo lo que quería
era destruido.
No
contaba con el apoyo del consejo ni de la orden, sin embargo, sabía que muchos
Jedi de menor rango me seguirían sin dudarlo. En especial los más jóvenes, ávidos
de aventuras y en busca de retos a la altura de sus extraordinarias
habilidades.
Valiente,
carismático, poderoso y un gran estratega. Así me describían todos aquellos que
me siguieron fielmente en la ofensiva que cambiaría el rumbo de la galaxia.
Reuní
una inmensa flota y provoqué a los mandalorianos para que cayesen sin pensar en
una emboscada que habíamos preparado para estos patéticos seres en el sistema
Niury.
Ahí fue
donde las tornas empezaron a cambiar.
Perdí a
muchos amigos y compañeros leales. Las batallas eran terriblemente difíciles y
cruentas. Poco a poco fuimos reconquistando todos y cada uno de los planetas
perdidos e hicimos retroceder a los mandalorianos.
Después de seis
largos meses de cruel campaña llegamos al escenario donde tendría lugar la
última batalla de esta maldita guerra, el final del principio, Malachor V. Un
planeta muy alejado del núcleo galáctico. Un planeta inhóspito, misterioso y
estéril.
Fue allí
donde derroté de una vez por todas al despiadado líder de los mandalorianos.
Cuando
mi sable láser rebanó la cabeza de Mandalore, sentí algo en mí que me hizo
sentir bien. Mejor que bien. Mejor de lo que había estado en mucho tiempo.
Por fin
la guerra había acabado.
Pero a
pesar de la gran victoria, miles de Jedi y de leales tropas habían muerto
masacradas o permanecían prisioneros de los reductos mandalorianos que se
batían en retirada.
Si al
menos la orden Jedi hubiera accedido a participar en la batalla no habríamos
contado los muertos por decenas de miles.
Si al
menos todos esos malditos maestros hubieran luchado a mi lado y no se hubiesen
quedado sentados mientras me exponían interminablemente su código de conducta
Jedi…
Lo único
cierto es que habían abandonado a los suyos, a sus propios aprendices Jedi a su
propia suerte. Aquellos que tan leal y ciegamente me siguieron en esos oscuros
tiempos. Aquellos que sacrificaron sus vidas en un intento de hacer de la
galaxia un lugar mejor.
En especial hubo un
joven, Alek, que siempre estaba a mi lado por difícil que fuese la situación.
Era increíblemente poderoso en la Fuerza para su edad y un hábil piloto.
Siempre
me apoyaba en los momentos más difíciles de la batalla cuando el resto dudaba.
Según pasaba el tiempo, Alek y yo nos hicimos grandes amigos, más aún en
aquellos momentos críticos.
Más que
eso, más que hermanos.
Aquellos
que oyeron hablar de nosotros nos consideraban una leyenda viva.
Se decía
que destacábamos en solitario, pero que juntos éramos imparables, invencibles.
Éramos la última esperanza que le quedaba a los seres que habían perdido la fe
en la República y en la Orden Jedi.
Cada vez
que la batalla se trasladaba a la cercanía de un nuevo planeta, todos los
habitantes de este miraban la HoloRed para no perder detalle de como la
impresionante fuerza salvadora arrollaba a los invasores y les expulsaba del
sistema.
Sin
embargo, los niños no miraban las noticias para ver la ingente cantidad de
naves Capitales que aparecían en el campo de batalla.
Miraban
al cielo fijamente buscando algo muy concreto, pero sin poder ver cómo dos
estallidos prismáticos de reversión al espacio real aparecían de pronto en la
oscuridad del infinito.
Deseando
ver aquello que habían estado esperando durante tanto tiempo, pero sin poder
llegar a ver realmente como lejos del campo gravitatorio del planeta surgían
del hiperespacio una pareja de cazas estelares modificados que se sumergían,
disparando todos sus cañones, en la tormenta de cazas mandalorianos.
Una
pareja de cazas. Cazas Jedi. Sólo dos. No se necesitaban más.
Revan y
Malak. Porque eran ellos los que marcaban la diferencia. Porque eran un equipo.
Eran el equipo.
«Y
siempre será así. Siempre estarán juntos», decían.
Porque,
aunque ahí se acababa la Edad de los Héroes, se había dejado lo mejor para el
final.
Una vez
muerto el líder de los mandalorianos la flota estaba preparada para regresar a
Coruscant para la celebración de la ansiada victoria. Yo deseaba regresar a mi
mundo natal, Deralia, para comprobar la suerte que había corrido el planeta.
Pero,
antes de partir, algo con lo que no contaba apareció ante mí en Malachor V.
Descubrí
un palacio majestuoso y brillante como el marfil de Krotax, que irradiaba una
energía extraña, en uno de los valles del planeta. Me sentí atraído. Algo en su
interior me llamaba...
No sé
cómo describirlo, pero la Energía que emanaba de aquel lugar era algo muy
atrayente. Misteriosamente, la energía de la Fuerza estaba presente en aquel
palacio.
No puede
resistir su llamada, así que decidí entrar. En el centro mismo encontré una
sala que contenía viejos archivos, holocrones con todo el conocimiento de los
antiguos Sith. En especial, me llamó la atención las referencias a un planeta
hasta entonces desconocido para mí, Korriban.
En ese
momento algo despertó en mi interior. Pensé que, si aprendía los conocimientos
ocultos durante milenios de los Sith, llegaría a ser más fuerte y podría
proteger a aquellos que me fuesen leales. Podría defender a los que quería y
amaba. Ya no necesitaría las enseñanzas y la protección de los Jedi. No tenía
nada más que aprender de ellos.
Tenía
razón en todo, salvo un pequeño detalle... ¿Cuál era el precio que tendría que
pagar para conseguirlo?
Fanfiction basado en Darth Revan, personaje de Star Wars:
Caballeros de la Antigua República.
© José Carlos Carretero
No hay comentarios:
Publicar un comentario