Si
los nombres de Theodore y Franklin Delano Roosevelt han quedado unidos a la
presidencia de los Estados Unidos, el de Eleanor está estrechamente ligado a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Su
familia formaba parte de la alta sociedad neoyorquina, pero no tuvo una
infancia plena al quedar huérfana cuando tenía diez años. Durante su
adolescencia fue una muchacha desgarbada y melancólica. En 1905, con diecinueve
años, se casa con su primo Franklin. Durante los diez años siguientes, se
dedicó únicamente a ser esposa y madre de seis hijos. Pero la vida familiar
quedó rota cuando, hacia 1917, Eleanor descubre que su esposo la engaña con su
secretaria. Fue el final de su vida marital. Nunca se divorciaron, mantuvieron
las apariencias quedando en una relación de amigos y colegas políticos. Fue el principio
de su intensa vida laboral. En una ocasión dijo: Lo más importante en cualquier
relación no es lo que obtienes, sino lo que das.
Al
quedar Franklin paralizado en 1921, fue uno de sus principales apoyos para la
consecución de su carrera política, ya que durante los doce años que Roosevelt
fue presidente de los Estados Unidos, Eleanor trabajó duramente para el Partido
Demócrata, visitaba suburbios, frentes de guerra, presidía comisiones… Su
actividad en los medios de comunicación fue constante. Durante treinta años
escribió un artículo diario en los periódicos, intervenía en programas de radio
y publicó más de una decena de libros. Toda esta fuerza vital le proporcionó el
valor necesario para luchar por las minorías.
En
1947, dos años después de la muerte de F. D. Roosevelt, fue nombrada delegada
de Estados Unidos ante la ONU. Gracias a su gran capacidad de lucha consiguió
sacar adelante la Declaración Universal de los Derechos Humanos que sería la
obra cumbre de su vida. Ese documento que sirve de plan de acción global para
la libertad y la igualdad protegiendo los derechos de todos los seres humanos.
El
diez de diciembre de 1948, cuando la Asamblea General aprobó la declaración,
todos los delegados de la ONU se pusieron en pie para ovacionar a Eleanor, esa
mujer que encabezó la Comisión de Derechos Humanos jugando un papel decisivo en
la formulación de esta Declaración Universal, cuyo principal antecedente se
remite a los inicios de la Ilustración, donde la filosofía de los derechos
humanos se hizo presente en «El contrato social» de Rousseau.
Consta
de un Preámbulo y 30 artículos, entre ellos el:
Artículo
1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…
Artículo
2: Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta
Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de cualquier otra índole…
Artículo
3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona.
Y
muchos artículos más…
En
1968 se le concedió a Eleanor Roosevelt, de manera póstuma, el Premio de las
Naciones Unidas en la esfera de los Derechos Humanos.
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