lunes, 21 de agosto de 2023

Blanca del Cerro: Independencia

 



Padre e hijo de charla, una mañana suave de primavera. César llevaba

una bandera reivindicativa en la mano y Emilio un saco infinito de paciencia en la espalda.

— Quiero ser independiente, papá. Quiero volar por mi cuenta, que ya tengo muchos años.

Emilio sonrió pensando que los sueños deben hacerse realidad algún

día. Y aunque los suyos no se hicieran jamás, se aproximaron bastante.

Sinceramente hablando, no podía tener ninguna queja. Ay, la eterna

insatisfacción del ser humano… Sus otros hijos ya habían volado.

— Por lo tanto, —continuó César, el más pequeño de los tres hermanos— podéis marcharos cuando queráis.

El padre, todo serenidad y sosiego, sintió un trallazo en la columna vertebral, y de la sonrisa nació una mueca. Miró a su hijo procurando guardar sus sentimientos más profundos. César no movió ni un músculo. Era la viva imagen de la felicidad.

— ¿Marcharnos? ¿Nosotros?

— Sí, claro. Y yo me independizaré en vuestra casa.

Emilio plegó los labios y se armó de una paciencia infinita.

— Creo que estás equivocado, hijo —respondió conteniendo su furia.

— ¿Equivocado? ¿En qué? —Parecía el símbolo de la inocencia.

— No somos nosotros los que tenemos que marcharnos. Eres tú el que debe buscar su hogar.

— ¿Moverme yo?

— Igual que hicieron tus hermanos. Busca tu ciudad, tu casa, tu sitio, y allí serás plenamente independiente.

César se decía que allí tenía todo, que sus padres le daban todo, que no le faltaba de nada. ¿Por qué no seguir igual pero con su independencia?

— Yo pensaba…

— Pues pensabas mal. Cuando alguien se independiza, no se lleva la

casa a cuestas, sino que busca una nueva. Todo lo que tienes alrededor lo hemos creado tu madre y yo, y eres tú quien debe empezar desde cero.

— Papá… por favor…

— No hay papá que valga.

— Pero…

— No hay pero que valga.

Emilio sonrió con sorna. César bajó la bandera reivindicativa a la vez que la cabeza, hizo un puchero y pensó que tal vez con el tiempo, muchos gritos y mucho esfuerzo, lograría esa tan ansiada independencia. Lo que no le cabía ninguna duda es que seguiría intentándolo.

 

 

©BlancadelCerro

#cuentosparapensarBlancadelcerro

No hay comentarios:

Publicar un comentario