viernes, 1 de septiembre de 2023

Amantes de mis cuentos: Almas gemelas

 



La cocina es un lugar sagrado. No debo entrar en ella. Lo digo alto y claro. No me gusta cocinar. Y estoy segura que a ti, Claude Monet, tampoco te gustaba. Sí, por supuesto que pintaste estancias amplias y bien equipadas donde los cobres colgaban en la pared, y que llevabas en los bolsillos cuadernos de cocina en los que apuntabas recetas e ideas culinarias, pero no creo que pasaras tiempo cortando cebollas, ajos, pimientos… No. No me quieras engañar. Para eso tenías una cocinera con su ayudante, a los que imagino volverías locos rondando cada día en sus dominios. Lo que te gustaba era esa sensación de vida que emanan las cocinas.

Creo que con lo que disfrutabas era comiendo. Como yo. Que sepas que me encanta la tarta Tatin, sí esa que bautizaste en honor de aquellas hermanas amigas tuyas. Yo también llevo cuadernillos en el bolso para apuntar las recetas de mis amigas. Aunque no las haga, me gusta leérselas, saborearlas, cuando otros la hacen. A ti también te fascinaba comentar tus fórmulas en la sobremesa, en esas famosas comilonas que dabas en tu casa de Giverny.

¡Oh, Claude! ¡Cuántas cosas tenemos en común! Dicen que tuviste tres pasiones: la naturaleza, la pintura y la gastronomía. Yo también tengo tres pasiones: el mar, la escritura y la paella del señorito con la que no te manchas los dedos de las manos. No sé si llegaste a probar la tortilla de patata, con o sin cebolla, ¡deliciosa de cualquier manera!, de no ser así busca la manera de incorporarla en tu recetario allí donde estés.

 

© Marieta Alonso Más 

 

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