jueves, 7 de septiembre de 2023

Venecia en todas las estaciones

 



 

Qué profunda emoción recordar el ayer

cuando todo en Venecia me hablaba

de amor… Charles Aznavour

 

¡Me gusta Venecia!

En la época de los festivales, en la época de las grandes muestras de cine y exposiciones de arte, en el carnaval veneciano. A finales de otoño, principio de invierno, esa Venecia con poco turismo donde se pueden escuchar voces, pasos, el cantar de las aves. En el interior de la ciudad no hay tráfico rodado.

El agua es su mayor hechizo, cuando la lluvia y la bruma que empapa sus calles produce el milagro de que todos los puentes, cuatrocientos cincuenta y cinco, sean puente de los suspiros, los palacios, canales, la luz, el color, ese archipiélago de ciento dieciocho pequeñas islas.

Sentarse en los cafés, disfrutar de sus músicos. Es difícil no ponerse romántico y salir a bailar en la plaza de san Marcos, esa que Napoleón llamó: «El salón más bello de Europa», la única de Venecia que alcanza la categoría de Piazza, y que se inunda en primavera y otoño con la llamada acqua alta. Dar vueltas y vueltas a los pies de la increíble Basílica, contemplar el Campanille, el Palacio Ducal, la Torre dell’Orologio…

Sentarse a solas en la Basílica de Santa María Gloriosa dei Frari a contemplar La Asunción de Tiziano. La iglesia de la Madonna dell’Orto donde se encuentra enterrado Tintoretto. La Basílica de Santa María della Salute, obra maestra del barroco veneciano… En Venecia nació Antonio Vivaldi, falleció Richard Wagner, los restos del compositor Ígor Stravinski descansan en el cementerio de San Michele.

La ciudad goza de un amplio patrimonio artístico y de un largo historial de pintores, arquitectos, artistas que con su presencia hicieron suya esta preciosa ciudad. Hasta su deterioro forma parte de su encanto y sin darnos cuenta formamos parte de ese fuerte viento que sopla desde la laguna.

Pasear por su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, adentrarnos en esa ciudad fundada en el siglo V, en toda esa belleza surgida de la actividad comercial con los reinos de China e India, nos hace meditar que quizás, la riqueza no solo genera materialismo puro, que puede que al oro también le guste la cultura y sea fuente de inspiración.  




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