jueves, 3 de octubre de 2013

Jane Austen (Steventon, Hampshire, Inglaterra, 1775 – Winchester, 1817)

Jane Austen






Hay libros que nos gustan, escritores que admiramos y también existen aquellos que forman parte de nuestras vidas.

La pluma de Jane Austen nos muestra la Inglaterra provinciana y burguesa de finales del XVIII y principios del XIX, qué duda cabe, pero esa voz irónica, brillante y burlona,  de escasa intriga narrativa que describe con amabilidad a unos personajes con múltiples matices psicológicos, esa es la Jane Austen que cautiva.

Una mujer que caminó sola por la vida, sin aspavientos y sin ignorar la fuerza de su literatura al escribir Sentido y Sensibilidad,  Orgullo y Prejuicio (considerada la mejor de sus novelas), Mansfield Park, Emma (dedicada al Príncipe Regente),  Persuasión,  La abadía de Northanger…

Durante la vida de Jane Austen ocurrieron grandes hechos históricos como la Revolución Francesa o las Guerras Napoleónicas. Ella murió dos años después de la batalla de Waterlooo, pero en sus libros prefirió contar lo cotidiano, lo que le rodeaba.

Los primeros veinticincos años los pasará en la rectoría de Steventon. En 1796, con tres volúmenes manuscritos de relatos juveniles comienza a escribir sus primeras novelas, siendo su propio padre el que, impresionado por estos primeros escritos, decide enviarlos a un editor. La muerte de su padre, el abandono de Steventon, la ausencia de un hogar estable, el fallecimiento del que parece ser fue su único amor, trajo consigo una etapa de aparente inactividad literaria (1801-1811).

Jane nunca contraerá matrimonio y su situación de dependencia por no estar casada se refleja en algunas cartas en las que menciona la situación de varias solteras empobrecidas. No es su caso.

Aunque muchas veces se ha retratado a Jane Austen como una mujer que vivió recluida en una rectoría rural de provincias, sabemos de sus viajes y visitas a distintas mansiones de Inglaterra y su asistencia en numerosas ocasiones a las modernas fiestas londinenses cuando se alojaba en casa de sus hermanos.

Los años que van de 1813 a 1816 fueron los de mayor plenitud y aclamación, llegando su presencia a ser solicitada por el príncipe regente de Inglaterra, uno de sus mayores admiradores.

Jane comenzó a sentir los síntomas de la enfermedad de Addison, un mal relacionado con las glándulas suprarrenales, que además de provocar debilidad y depresión, en aquella época era mortal.

Los últimos seis meses de vida los pasó en Winchester, en cuya catedral fue enterrada.








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