jueves, 21 de julio de 2016

José María Zorita: Orquídeas Ibéricas

Ophrys lutea


A finales de la primavera, en mayo o junio, en las praderas cubiertas de vegetación rala que aparecen en los claros de pinares, encinares o robledales florecen las orquídeas ibéricas. 

Se tratan de pequeñas plantitas constituidas por una roseta de pocas hojas basales, a ras del suelo; por una espiga floral, que como mucho alcanza 30 o 40 cm. de altura, y que porta flores de 2 cm. de diámetro o incluso mas pequeñas. 

Las hojas son alargadas-lanceoladas y presentan la nervadura paralela típica de las plantas monocotiledóneas. Las flores presentan la estructura habitual en la familia de las orquídeas: tres sépalos y tres pétalos. Uno de estos pétalos, el inferior, llamado labelo, adopta una forma muy diferenciada, en forma y tamaño, característica de cada especie. Mientras que los tres sépalos y los otros dos pétalos sirven de adorno y embellecimiento a la flor, cuya misión es atraer a los insectos polinizadores, el labelo es la parte más sobresaliente de la flor. 

El labelo engloba los órganos sexuales de la flor: el androceo, con los polinios (paquetes de polen); y la parte externa del gineceo, la zona estigmática, con los estigmas receptores del polen. En el labelo se muestra al exterior la abertura nectarífera ofreciendo el néctar a los insectos polinizadores. En algunas especies la abertura nectarífera comunica con una estructura tubular, en forma de espolón, que se proyecta por detrás de la flor. 

Es difícil apreciar a simple vista esta compleja estructura floral en las orquídeas terrestres ibéricas, debido a sus reducidas dimensiones. Pero aquel que quiera maravillarse con estas fantásticas estructuras florales lo tiene más fácil si dedica tiempo a contemplar las esplendidas flores de cualquiera de las orquídeas tropicales, epifitas, que venden en los centros de jardinería especializados, o mejor aún, si acude a estudiarlas a un jardín botánico que cuente con un orquidiario. 

El ciclo biológico anual de las orquídeas terrestres ibéricas es muy básico. Pasan el verano reducidas a unos pequeños tubérculos enterrados a unos centímetros de profundidad. A finales de agosto, o más bien en septiembre, con la diferenciación de temperaturas día-noche, y sobre todo, con los primeros chaparrones de lluvia, de los tubérculos crece un tallo que en otoño alcanza la superficie y emite una roseta de hojas. Durante el otoño, el invierno y la primavera este tubérculo recibe el agua de la Ophrys lutea. lluvia, de la nieve, del hielo. A su vez, las hojas, con la fotosíntesis, más o menos ralentizada en invierno, elaboran alimento. Con el alimento almacenado en los tubérculos, más el alimento nuevo, elaborado por las hojas, se van formando tubérculos nuevos, en detrimento de los originales. 

Al final de la primavera las hojas suspenden la fotosíntesis. Aparecen lánguidas, resecas, incluso en algunas especies las hojas desaparecen. Pero desde la tierra, alimentado por los nutrientes acumulados en los tubérculos, emerge la espiga floral, verde, fresca, de crecimiento imparable. A medida que crece van apareciendo las flores. En el extremo del crecimiento las flores nuevas, frescas, perfectas en su forma. En la parte inferior van quedando las flores marchitas, secas, pero fecundadas, con sus cápsulas repletas de semillas diminutas. 

El calor y la sequedad de los primeros días del verano pone fin a la floración de las orquídeas. Se secan todas las partes aéreas de la planta, se dispersan las semillas y las orquídeas quedan reducidas a pequeños tubérculos enterrados en el suelo. 

No puedo resistirme a hablar de mis orquídeas terrestres ibéricas preferidas: las del género Ophrys. 


Ophrys scolopax

Las orquídeas del género Ophrys se caracterizan por que el labelo de estas especies imita el abdomen de las hembras de los insectos himenópteros (avispas, abejorros y abejas). Incluso estas orquídeas emiten un perfume que imita las feromonas de las hembras de las avispas. No producen néctar, no lo necesitan. La combinación de un labelo que parece el abdomen de una avispa hembra, y que “huele” como una avispa hembra resulta irresistible para los machos de estas especies de avispas que acuden a las flores de estas orquídeas, se posan sobre el labelo, e intentar copular con el labelo. 

Mientras se mueven sobre el labelo, entran en contacto con la cavidad estigmática de la flor y depositan el paquete de polen que traen pegado a los pelos de su cabeza, o abdomen, fecundando a la flor. A su vez, los movimientos sobre el labelo intentando copular, le harán rozarse con los paquetes de polen de la flor y éstos se pegarán a su cuerpo, y los transportará a la siguiente flor que visite. 


Madrid, julio de 2016


Texto y fotos: © José María Zorita


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2 comentarios:

  1. Muy bellas las orquídeas ibéricas y en general, todas las flores que rebosan alegría, luz, colores...vida!!

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    1. Toda la razón del mundo, Antonio. Las flores nos brindan todo eso y mucho más.

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