¡Hola!
Me llamo Motorola
aunque suelen llamarme «el ladrillo».
Fui
un pionero en eso que ahora llamáis telefonía móvil. Mi vida estuvo llena de
personas ilusionadas que me adoptaban en su vida como si casi fuera un miembro
más de la misma. Tenía un aspecto no muy agraciado, un prisma rectangular
pintado en color negro y con un asa para poder transportarme de forma fácil. En
realidad cuando veo ahora a mis nietos, me siento poca cosa ya que no tenía una
gran autonomía ni pantalla táctil ni poseía el enorme y complejo cerebro de
ellos, más bien era un transmisor/receptor de los muchos que había.
Sin embargo, inauguré la
posibilidad para los seres humanos de comunicarse con plena libertad y con la
seguridad de no ser escuchados por la operadora de turno como solía ocurrir en
las comunicaciones de tipo oficial o rural. Pero había un problema, para poder
adoptarme, se tenía que pagar la «pequeña»
cantidad de medio millón de pesetas, lo cual no era fácil para el poder
adquisitivo de muchas personas. A esto había que sumar que la red de
repetidores no era muy extensa y aunque trabajaba en modo analógico (en esto si
le saco mucha ventaja a mis nietos digitales), la cobertura era pobre en muchos
casos. Consideraba que mi vida era placentera y estable, pero pronto comprendí
que no iba a ser así. Mis hijos me salieron respondones y en cuanto alcanzaron
la adolescencia me dijeron que se iban de casa a vivir con unos teléfonos
nuevos que decían ser digitales y que eran mucho mejores y de diseño muy
atractivo.
Esto me produjo un gran
enojo, adivinaba que mi vida activa estaba pronta a ser llevada a la
jubilación, puesto que como es sabido, el avance tecnológico no tiene freno
posible. Esta predicción se cumplió cuando mi fabricante decidió aplicar el
concepto digital de la misma forma que Ford hizo con los automóviles.
Producción masiva a precios muy bajos e intentar quedarse con el mercado
mundial.
Mi final fue triste, pues
fui llevado junto a otros compañeros al reciclaje y la gente pronto dejó de
acordarse de nosotros. No obstante, estoy orgulloso de haber contribuido a que los
hombres hayáis tenido la posibilidad de comunicaros y conoceros de una forma
rápida y eficaz. Deseo que esta pequeña nota os haga pensar que aunque fui un
aparato, mi vida tiene muchas similitudes con vosotros.
© Ricardo Martos Lozano
Hola Ricardo, me gustaría poder contactar contigo.
ResponderEliminarSoy Elena Carrascosa Vela
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