“Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verlo”
Confucio (¿551 A.C?)
Pensador Chino
Buenos días le decía el Sol a la Luna,
buenas noches la Luna al Sol.
Unos
cuantos minutos diarios eran suficientes para saludarse.
Una
mañana antes de esconderse la Luna le pregunto al Sol:
¿Cómo
ves la Tierra, Sol?
Te lo
pregunto porque yo la veo siempre oscura con sombras y miedos; todos permanecen
en sus escondrijos en silencio y sólo algunas veces se oyen los pasos de
algunos atrevidos a quienes no les importa andar en la oscuridad.
Los
colores son grises y negros; algunas veces nuestra amiga la tormenta me hace
ver que existen otros colores en la tierra a través de sus rayos, pero todos
ellos son apagados, sin vida, un mundo donde no quisiera vivir.
He
visto algunas veces destellos de color cobre que brotan de las altas montañas dicen
que es el fuego y que tras la belleza que se muestra en la noche, trae la
desolación y sufrimiento al día.
Es
triste que siempre lo veas así, -le dijo el Sol a la Luna.
La
Tierra es divertida; la lluvia trae perlas cristalinas haciéndola florecer y
otras veces en el cielo se forman bellas formas de múltiples colores; tienes el
azul del mar, el verde y ocre de los campos, el rojo, violeta, amarillo de las
flores y la blancura de la nieve. La vida que hay en la Tierra nos ama, yo los
veo que salen y andan con la claridad, pero también en la oscuridad.
‒¡Pobre
Luna! ‒recapacitó el Sol.
Estás
destinada a la oscuridad y el silencio, pero no debes perder la esperanza,
quizás algún un día podrás ver todo lo que te estoy contando.
Y la
Luna permaneció noche tras noche observando la Tierra durante años hasta que un
día vencida ya la noche y cuando menos lo esperaba la tierra se iluminó y pudo
comprobar que lo que el Sol le había contado era cierto, que lo que ella veía
no era en realidad lo que creía, que tras la oscuridad y el silencio había
claridad y júbilo.
A partir
de entonces la luna se acostaba tranquila al saber que el silencio y la
aparente oscuridad de la noche sólo era el sosiego al tránsito de un nuevo día,
lleno de alegría.
Así somos. Los seres humanos,
viviendo bajo el mismo techo, vemos las cosas de diferentes colores, percibimos
distintos sabores y olores y tenemos distintas sensaciones, cada uno de
nosotros somos un Sol o una Luna, todo depende del momento en el que abres tus
ojos.
© María
del Carmen Aranda
Escritora
/ Poeta
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