Las palabras que callé, que no
dije…
se adormecen en los solitarios
rincones.
Y todas aquellas que sí dije…
cuando tu boca rozó mis labios
sonrientes.
Las palabras acompasadas que escribiré
en el momento que recuerde aquel preciso instante cuando tú ya no estés junto a
mi frente.
Las palabras que se esconden detrás
de las aceras de esta gran ciudad, anidan en los anchos portales arropadas de un
manto ansiedad.
Felicidad armoniza con edad y
razón con corazón.
Aquellos adjetivos que como
cristales agrietan el alma en estos días rotos.
Y esos verbos amables que
deslizan aromas de una orilla amada.
Los sustantivos y pronombres que
recuerdan los nombres de esas mañanas mirando a través de las ventanas.
Suave rima con ave, amor con
dolor y calor.
Quiero ser la palabra que te
nombra cada día al despuntar el alba…
Aquella que dilate tu pupila
cuando la sorpresa inunde los pliegues de tu
mano…
Esa que tropiece suavemente con
las aristas de tu agreste memoria, y sobrevuele con atrevimiento en
la cercanía de tus esmeriladas noches.
© Sol Cerrato Rubio
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