viernes, 7 de septiembre de 2018

Mª Isabel Martínez Cemillán: Progreso y progresismo

Alegoría del progreso
Miguel Ángel Trilles
Madrid (1922)



Hace unas semanas tuve la suerte de asistir a una conferencia sobre el significado de la palabra tan escuchada hoy a diario, «progreso y progresismo» y digo la suerte porque el ponente, un profesor universitario, la definió  con suma claridad: «Progreso es la búsqueda incesante de la verdad, la bondad y la belleza, que conllevan las tres formas esenciales de la vida: Amor, Amistad y Soledad, porque el amor es la completa unión de dos vidas, caminar juntos y unidos, pero distintos, porque la personalidad es única e irrepetible; la amistad, una colaboración vital con mutua confianza, comprensión y ayuda; y la soledad, más la diferencia sensible entre lo que se desea y se tiene, que el estar físicamente sólo».

Y yo pregunto, ¿tiene esto algo que ver con lo que ahora nos venden continuamente como progresismo? Pues en mi opinión, muy poco, casi nada. ¿Dónde, quien busca la verdad?, somos tan increíblemente irresponsables que cuando hay que indagar y asumir algún error miramos hacia otro lado buscando a quien echar la culpa

¿Dónde está la bondad?, cada cual va a lo suyo y si para progresar y triunfar es necesario mentir y calumniar, y esto lo estamos viendo a diario, pues se miente y se calumnia y… «a otra cosa, mariposa».

Y ¿Dónde está la belleza?, por desgracia abunda, casi impera, el feísmo, lo cutre, el terrible (a mi me lo parece) tatuaje masivo, el mal lenguaje, tan utilizado por los impropios «mediáticos», nunca como ahora el invocado «regeneracionismo», está haciendo tanta falta.

La prisa, la velocidad, la rapidez sin reflexión, son las secuelas del falso progresismo, con los que algunos, bastantes, pretenden, lamentablemente ilusionarnos, ¿lo van a conseguir? Pues esperemos que no y triunfe la inteligencia, el sano esfuerzo y la comprensión.


© María Isabel Martínez.

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