miércoles, 31 de octubre de 2018

Leyendas sobre la pereza

Pereza por Jacques Callot


Hay una leyenda del Paraguay que habla de un haragán que de noche dormía y de día se tendía, no se levantaba ni siquiera para recoger oro que según comentaba era lo más que ambicionaba.

Su mujer e hijos se hartaron de tanta vagancia y le abandonaron. Él quedó acostado en su cama.

A través de una ventana podía ver un árbol cubierto de frutos maduros, pero levantarse era demasiado esfuerzo. Un hombre pasó por allí y el perezoso aprovechó para pedirle que le hiciera el favor de llevarlo, con catre y todo, bajo la fronda del árbol.

El forastero hizo lo que le pedía y allí quedó el zángano, mirando hacia el cielo. Abría la boca y el fruto caía directamente a sus labios.

¡Qué listo soy! Pensaba con orgullo.

Al ponerse el sol, una bandada de pajaritos, llegaron al árbol, era su hogar, uno de ellos alivió sus intestinos y el excremento cayó en la boca del flojo.

Los vecinos se preguntan si el holgazán tragó la inmundicia o fue capaz de alzar la cabeza para escupirla.


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