La mujer de Earle Dickson, trabajador
de los laboratorios Johnson & Johnson, se cortaba o
quemaba cada dos por tres.
¡Qué torpe!, ¿verdad? comentaría Tambor si la hubiese conocido. Y tras la regañina de la madre diría: Si al hablar no has de agradar, te será mejor callar.
Su marido la curaba con vendas y cintas adhesivas,
sin embargo, no era un trabajo fácil para que se lo hiciera ella sola. Por lo
que ideó una venda esterilizada que fuera fácil de aplicar y no se moviera de
su sitio. Lo comentó con el presidente de la compañía, James Johnson, quien de
inmediato se percató de su alto valor comercial.
Las primeras tiritas se
hacían a mano, en tiras de 7,5 centímetros de ancho y 45 de largo. El comprador
tenía que cortar una tira del tamaño que necesitara. En 1924 Johnson &
Johnson comenzó a utilizar una máquina que cortaba las tiritas de 7,5
centímetros de largo por 2 de ancho, el tamaño que hoy en día conocemos. Esta
innovación aumentó las ventas en un 50 por ciento.
El empresario español Gerard
Coll introdujo el producto en España después de la Guerra Civil Española,
creando la marca Tiritas, que se fabricó en Mataró hasta 1988. En esa fecha fue
adquirida por la multinacional Hartmann que la sigue fabricando en España.
Con tantas caídas, con tantos
juegos infantiles, con tantas horas en la cocina…
¿Quién de nosotros no ha
usado tiritas, o curitas, o apósito adhesivo o como queráis llamarle?
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