Atocha es la primera y gran estación central de
Madrid, que nace como un simple «embarcadero» con un primer destino: Aranjuez.
Fue inaugurada en 1851; aunque el auge del transporte
ferroviario pronto la dejaría pequeña, demandando sucesivas ampliaciones. El extenso complejo
que hoy conocemos, tiene su punto de partida en el edificio del arquitecto
Alberto del Palacio, colaborador de Gustave Eiffel y el ingeniero Leon
Beau, a quien correspondiera el montaje de la cubierta de la gran nave.
Cubierta de hierro construida en Bélgica bajo la inspiración de las
construcciones de la Exposición de París en 1867. Su organización funcional
para todos los servicios, está resuelta con una planta en forma
de U en torno a los andenes. La disponibilidad de un material barato, como el
ladrillo, vino a desarrollar una propuesta de albañilería virtuosa en la
configuración de fábricas y cerramientos.
La influencia de la estación, promueve la
construcción de grandes hoteles como el Ritz y el Palace, aunque en su derredor
inmediato surgen barrios de aluvión e industrias cercanas al transporte
ferroviario que van colonizando la zona sur de la ciudad.
Otras redes privadas dieron lugar a estaciones
periféricas como Delicias, Príncipe Pío y Chamartín, aunque con el tiempo Atocha
se convirtió definitivamente en la gran estación que hoy conocemos. Tras ese destino
inicial de Aranjuez, Atocha extiende sus objetivos como infraestructura
ferroviaria hacia Zaragoza, Alicante, Portugal…
Con Rafael Moneo se
transforma la estación en la década de los ochenta, desdoblándose en la
cabecera de la alta velocidad a Sevilla y el nudo de cercanías que enlaza el
norte y sur de la ciudad. La intervención mantiene con respetuoso cuidado el
conjunto original.
Lo que hoy tenemos en Atocha
son tres estaciones: una alberga los trenes del AVE y larga distancia y otra
los trenes de Cercanías. La tercera es el gran vestíbulo botánico en el que se
ubican muchos de los servicios. Una inteligente resolución de los detalles y la
disposición de los elementos de comunicación, hacen que sea un edificio público
con extraordinarios flujos de movilidad. Una obra de arquitectura contemporánea
que actualiza la vieja estación decimonónica.
La antigua estación de
Atocha ha quedado, como un lugar de descanso y ocio. Sobre el lugar donde
estuvieron las antiguas vías, se ha creado un jardín tropical con un pequeño estanque
donde es habitual ver una pequeña fauna, donde destacan las tortugas de caparazón
blando y los peces de colores.
A raíz del comentario de una lectora fui a comprobar si el estanque lo habían quitado, y resultó que sí. Pregunté a un empleado pero no me supo decir el motivo. Lástima.
En su fachada principal, la
que da a la plaza del Emperador Carlos V, vemos el clásico reloj de las
estaciones de trenes. Otro reloj moderno
y visible está en la llamada torre del Reloj, entre la estación vieja y las dos
nuevas. Lástima que al caer la noche no podamos ver la hora pues los focos que
la alumbran lo impiden.
Otros dos elementos populares
es el conjunto Día y Noche, de Antonio López, que son las dos cabezas, una
dormida y otra despierta, de una niña de un año situadas en el suelo junto al
acceso de Cercanías.
Desde el interior de la
estación se puede acceder al Monumento a las Víctimas del 11 de marzo de 2004.
Las tortugas, si la he visto,pero los Peces de colores, no; la próxima vez miraré con más atención. ¡Un abrazo Marieta!
ResponderEliminarHabrá que preguntarle a las tortugas dónde han ido a parar. Un abrazo
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